Hoy se estrenó en el servicio de streaming Netflix la película “Ya no estoy aquí” del director Fernando Frías. Película que ya había tenido anteriores exhibiciones a finales del 2019 y que ha tenido excelentes críticas dentro y fuera del país.
La película está narrada en el contexto del Monterrey de la primera década del siglo XX. Un periodo que estuvo abarrotado de violencia procedente de la guerra contra el narcotráfico por parte del gobierno federal de Felipe Calderón.
Una de las primeras impresiones que tengo al ver la película es la del duro golpe de nostalgia de un Monterrey que ha desaparecido, que ha cedido a las fauces de esta violencia que hoy vemos normal.
La quintaesencia de la película busca derribar los estereotipos a los que fueron sometidos los miembros de esta tribu urbana cuyo devenir se vio seriamente afectado con el crecimiento de las células criminales procedentes de los diversos cárteles que desde mitad del siglo pasado comenzaron a apoderarse de todos los territorios del norestey que por ende propició aún más su marginación.
En la película observamos una constante revisión hacia el rechazo al que son sometidas las personas que habitan en los barrios populares, espacios en donde la supervivencia obliga a unirte alguna banda como mecanismo de protección.
La película no deja atrás el tema del lenguaje corporal. Una de las grandes reivindicaciones que elabora el director es la del movimiento del cuerpo, de la música y del baile como elemento contestatario y universal. El protagonista, Ulises (Juan Daniel García “Derek”), establece la perfecta comunión entre el baile y la indumentaria estrafalaria queexige a gritos voltear a ver a estos personajes de la vida de los barrios bravos del Monterrey contemporáneo.
En cuanto a la banda sonora de la película, la músicamantiene constantes referencias directas a la cumbia rebajada, una modificación de la velocidad de las canciones que en voz del protagonista “las vuelve relajantes”. Un estilo que los fanáticos oriundos de Colombia siempre observaron con duda y reticencia.
En “Ya no estoy aquí” presenciamos dos continuidades, es decir el personaje principal se encuentra bilocado en su presidente; en el exilio en una ciudad cosmopolita como lo es Nueva York, no-lugar en donde no encuentra su espacio y mantiene además de todas las barreras socioculturales, la pérdida en el lenguaje; su otra no-presencia se encuentra en su nostalgia hacia el Monterrey, con sus amigos con su barrio, su gente.
Una de las canciones que se repite constantemente es la de “Lejanía” de Lisandro Meza, canción que recuerda a esa constante extrañar al lugar que se tuvo que abandonar. Asimismo entre líneas la película está ambientada en el Monterrey entre el 2007 y 2013, momento que tuvo una de las épocas más violentas, plagadas de balaceras levantones y asesinatos, cuya cicatriz quiero pensar, tardará décadas en cerrar.
Esta no es la primer película que desarrolla el tema de los kolombia como tópico, ya en el 2007 René Villarreal sorprendió a la crítica con la película “Cumbia callera”.
Para finalizar, reconozco el trabajo que establece el director y el contenido de calidad de México para el mundo. “Ya no estoy aquí” es una película que vuelve a colocar en los reflectores aquella cultura endémica que la ciudad de Monterrey y sus alrededores ya tiene como parte dorada de su historia, y espero, abra la puerta a más historias que merecen ser contadas.
Ya no estoy aquí
Dirección y guion: Fernando Frías de la Parra
Año (2019)
Duración: 112 minutos.
Disponible en Netflix