Es cierto que atravesamos momentos sumamente difíciles, prácticamente todos hemos sido confinados a nuestros hogares como medida preventiva ante un mal mayor como es la posible adquisición de un virus nuevo que se propaga rápidamente.
Es cierto que muchas personas han sido víctimas del miedo debido a la incertidumbre por no tener respuestas claras, la desinformación abunda en los diversos medios y la histeria, desesperación, ansiedad, nostalgia y tristeza colectivos han hecho presencia.
Es cierto, innumerables negocios han cerrado a causa de las nulas ventas, desde pequeños comerciantes hasta grandes transnacionales, con ello, muchísimas familias han perdido su mayor o única forma de ingreso provocando la dificultad para la adquisición de bienes básicos, necesarios e indispensables.
Es cierto también que, debido a los factores ya mencionados, nos sentimos perdidos, desorientados, tratamos de sobrellevar la situación y aunque a veces la desesperación nos domine, no nos damos por vencidos.
Pienso entonces que el estoicismo puede ser pieza clave para soportar las "pruebas" que en los días venideros se puedan presentar.
¿Por qué una filosofía que surgió hace cientos de años podría ayudarnos en la actual situación global?
Pues bien, el estoicismo plantea una forma de contemplación existencial más allá de las cosas materiales y/o terrenales.
El estoico es aquella persona capaz de dominar (o suprimir) sus deseos, es aquel que no necesita de cosas materiales para sentirse satisfecho o pleno. Parece imposible en una era en que el consumismo está a la orden tocando la puerta ¿Cierto?
Otra de las características de quienes practican esta corriente filosófica, reside en que no hay mal que pueda alterar su paz interior, ¿De qué manera? El estoico es consciente que todo obedece un orden superior, una razón universal de causa-efecto, por lo que todo aquello que ha ocurrido, ocurre y ocurrirá, bueno o malo, es inevitable, no existe manera de cambiarlo, lo único que podemos hacer es aceptarlo y quedarnos con todo el conocimiento que de esos sucesos podamos absorber.
Así pues, no debemos afligirnos por las cosas perdidas, por el contrario, debemos serenarnos y comenzar a plantear posibles soluciones para afrontar dicha adversidad; tampoco deberíamos desear más allá de lo que podemos costearnos que, lejos de ser conformistas, debemos ser realistas y tener consciencia de la situación, sí, es difícil, pero ahora forma parte de nuestra vida y deberemos aprender a avanzar pese a ello.
Debemos comenzar a buscar y encontrar la paz interior para poder relacionarnos pacífica y armoniosamente con quienes nos rodean, debemos practicar el autocontrol emocional, que si aprendemos a controlarnos seremos capaces de afrontar esta y cualquier circunstancia desfavorable que en un futuro pueda presentarse, en vez de dejarnos llevar por la fatalidad aparente de los escenarios.