¿Por quién hablará el espíritu? Fausto Bonilla

person's neck

En México el racismo es un problema grave. Aunque poco tratado; es un mal que ha lastimado al pueblo desde hace siglos. Oculto detrás de problemas tales como la violencia y la desigualdad económica, el racismo ha infectado cada uno de los sectores sociales.

Según el estudio “Por mi raza hablará la desigualdad” realizado por el Oxfam México en julio del 2019, las personas de tez blanca poseen un mayor número de oportunidades tanto educativas como laborales sobre las personas con una tez más oscura. Ejemplifiquemos: El 25% de las personas con tez blanca tendrán acceso a la educación superior, mientras que de las personas morenas sólo un diecinueve por ciento. Y aquellos de tez oscura, un diminuto 6.2%.

Según el mismo estudio, para una mujer de piel clara es 43% más viable conseguir un empleo bien pagado que para una de piel oscura.  

Somos un país que desde que tiene memoria ha sido víctima de la división. En el cual existen segmentos poblacionales que preservan un legítimo encono y resentimiento contra aquellos que a lo largo de siglos han sido sus opresores. Somos un país indígena al cual se ha pretendido despojar de sus valores y cultura originaria. Pero que resiste a pesar de los constantes ataques.

Esta enfermedad que el racismo significa surgió durante la conquista española. Pero es un virus que ha logrado sobrevivir hasta nuestros días gracias a diversos factores históricos como lo son el afrancesamiento que vivió el país a lo largo del siglo XIX y el actual esfuerzo de los grandes medios de comunicación por imponer estándares estéticos asociados a la tez blanca.

Somos un país racista. Un país en el que si naces pobre, mueres pobre, y en ocasiones, esto queda definido simplemente por tu color de piel.

Hemos diagnosticado el problema: es momento de erradicarlo. No queda más que trabajar y luchar perpetuamente contra los distintos paradigmas sociales. Combatir los mecanismos de opresión a través de una cultura que rescate la esencia de nuestros pueblos originarios y encumbrar así la imagen del mexicano, más allá de su color de piel.

Debemos tratar este tema en distintas mesas, e incluso acarrearlo a la conversación cotidiana. Hacerlo evidente.  Porque si algo no debemos olvidar es que la libertad se conquista a través de la verdad, y un pueblo que niegue su verdad jamás será libre. Una nación ciega ante los problemas que la hieren estará condenada al egoísmo de sus individuos. Y a su vez, a una injusticia perpetua.

 

__

 

Fausto Bonilla, originario de la CDMX, me he mantenido constante en la lucha por un mundo justo, y he invertido esfuerzos en la concientización de cómo lograr este cambio. Estoy seguro de que la cultura será el remedio que el país necesita. Amante de la poesía y de la vida.

Historia Anterior

Remover el corazón por Gabriela Cano

Siguiente Historia

Proceso de una autoficción por Gabriela Cano