Hablar de José José por José Luis Zorrilla Sánchez

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Es 15 de Marzo de 1970, II Festival Mundial de la Canción Latina. En el escenario un joven delgado de 22 años con un saco verde que seguramente le prestaron. Nadie tiene expectativas y sin saberlo están presenciando el nacimiento de un héroe, de aquel que con su voz ayudaría a muchos a desahogar sus tristezas.

Lo más justo para hablar de los temas que me mueven o interesan, es contar sobre mi relación con ellos. Yo tenía tal vez 4 o 5 años cuando empecé a cobrar conciencia de las melodías que escuchaba a mí alrededor. No comprendía lo que estas provocaban en los demás. Era fin de semana y hora de la limpieza, y si en mi casa no había cumbias o música para bailar con la escoba en mano, había un opuesto, acomodando algunas cosas con más calma, escuchando baladas. Entre los segundos, por supuesto, figuraba José José. Teníamos un estéreo grande para poner casetes y discos y esa figura que hablaba sobre aves y tristezas siempre estaba en los preferidos, acompañando la limpieza del hogar, sacando de a poquito las tristezas ocultas de la líder de familia. Un héroe personal.

Pero sería injusto limitar las hazañas de José José solamente a mi terreno familiar. Si bien es obvio que cada persona y cada región del país tienen sus propios intérpretes que los marcan, para mí, José José redefinió la tristeza. Ya había quienes hablaban sobre ella, como José Alfredo, pero nadie la había abrazado tanto como él y compartido ese abrazo con el pueblo, un abrazo en el que todos a veces necesitamos llorar un poquito, tratando de ser aves libres para volar de una relación que nos hiere, o tal vez sólo somos un niño con un padre ausente, abrazando una almohada, preguntándonos dónde rayos están todas aquellas  ausencias y por qué no están con nosotros. Digo que redefinió la tristeza porque pasó del discurso llorón de las rancheras (que también disfruto mucho), a aquello que nos abrirá con una suave melodía la jaula del llanto, un sentimiento que muchos vimos en nuestros padres mientras crecíamos.

Somos un pueblo con el corazón roto en mil pedazos. Aunque siempre quieren ver al mexicano como un ser siempre alegre, pocos entienden que estamos heridos por muchas cosas; el sistema de gobierno, las marcadas diferencias de clases, racismo, machismo y un montón de cosas más. El hecho de que podamos compartir el sentimiento con el que José José cantaba sus canciones, sin tener que haberlas vivido, es un acto de solidaridad. Encontramos salvación en aquel que también sentía un dolor muy profundo, tal vez no era el mismo dolor, pero nos enseñó a entenderlo, moldearlo y expulsarlo. No todos podían ir a una cantina y emborracharse hasta saciar las lágrimas. El dolor también se vive en el hogar, en el día a día, camino al trabajo, y las canciones del Príncipe se volvieron ideales para estar en todos lados, como la tristeza. No pedimos ni pediremos compasión ni piedad, sólo necesitábamos saber cómo saborear nuestro dolor.

Hablar sobre José José termina siendo hablar sobre mis propias tristezas. Fui un niño alegre que cantaba sus canciones sin entender el peso de su significado, después, cuando empecé a entenderlas, era un tipo melancólico, que meditaba todo el tiempo sobre el cómo una persona puede llevar sobre sí tantas tristezas, y de paso, le dejaba un poco de las mías. Ahora entiendo todo, y me quedan los recuerdos de una formación marcada por tratar de entender qué significada que “Lo que un día fue, no será”, en la que, sin quererlo, entendí muchas cosas sobre los dolores y como los expresan de diferentes formas cada persona y el ver cómo estos se compartía sin importar quien eras por medio de la música, me hizo querer unirme a ese abrazo, e ignorar el poco entendimiento de porqué esto le sacaba las lágrimas a mi madre.

Aunque pudo salir del país y tuvo éxito en todo el mundo, tuvo una vida con muchas tristezas, como el mexicano promedio, la diferencia está en que su voz se alzó, con mucho sentimiento, como aquel faro que guiaría a quien se lo permitiera, en el sinuoso camino del desahogo.

José José se murió y aunque nos dejó sus canciones, en sus interpretaciones se llevó un poco de los dolores de mi madre, tal vez, y un mucho de los míos, estos me constan.

 

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