Hoy toca turno de dar un breve repaso al Bebé de Rosemary, que el pasado 12 de junio cumplió 52 años de haber sido estrenada; joya que rebasa el medio siglo y que se mantiene al día de hoy tan vigente y tan potente como en aquel, ya lejano, 1968.
Antes de pasar a lo jugoso del asunto, mencionaremos porqué esta obra merece tanto la pena y sigue siendo tan increíblemente buena. Se ha vuelto toda una película de culto, en gran medida porque la rodean hechos bastante curiosos gracias a los cuales en muchos tops (de esos que abundan por Youtube y diversos foros de internet) ha sido considerada una película “maldita”, así como “El Exorcista”, “Poltergeist” o “La Profecía”. Y es que, por ejemplo: el famoso Edificio Dakota de la ciudad de Nueva York donde fue filmada gran parte de la película, fue el hogar a principios del siglo XX de Aleister Crowley, también conocido como “La Gran Bestia” (figura bastante importante dentro del ocultismo y la magia negra). A las puertas del mismo lugar, doce años después, sería asesinado el famoso músico británico John Lennon, y por si esto fuera poco, un año después de la realización del filme, se perpetra uno de los acontecimientos más escalofriantes que rodean a la cinta: el brutal asesinato (a manos de seguidores de la secta conocida como “La Familia”, dirigida por Charles Manson) de la actriz Sharon Tate, esposa del director Roman Polanski, embarazada de ocho meses y medio. Sin duda, estos hechos y otros tantos, han contribuido a que la leyenda de esta película crezca entre las mentes amantes de las conspiraciones.
Ahora sí… nos llegó la hora de pasar de lleno a la cinta.
¿Cómo empezar a hablar de la película? Es algo bastante complejo, al menos para mí, ya que tiene tantos aspectos en los cuales considero que destaca. ¡Con creces da cátedra y de la buena! Así que empecemos por los orígenes: “El Bebé de Rosemary” es una adaptación de la novela homónima del escritor estadounidense Ira Levin (1967), que se convirtió rápidamente en todo un bestseller vendiendo arriba de los cuatro millones de copias, por lo que la Paramount Pictures no tardó en adquirir sus derechos cinematográficos. Bajo la producción de William Castle, el guión y dirección de un entonces “niño prodigio” del cine: Roman Polanski, nos llegaría en 1968 a la gran pantalla.
Roman Polanski, de treinta y cuatro años, contaba ya en su haber con obras tales como “El Cuchillo en el Agua” (1962), “Repulsión” (1965) o “El Baile de los Vampiros” (1967). Actualmente es más conocido por su obra “El pianista” (2002), con la que se llevó el premio Oscar a mejor director.
La película nos plantea la historia de un matrimonio formado por Rosemary Woodhouse (Mía Farrow), una joven ama de casa, esposa de Guy Woodhouse (John Cassavetes), actor de teatro y televisión que está en busca de despegar su carrera profesional. Se instalan en un edificio de departamentos de Nueva York llamado el Bramford (Dakota en la vida real); ésto a pesar de que en su núcleo de amistades les desaconsejan el instalarse allí debido a todas las historias terribles que se cuentan sobre el lugar, tales como rituales ocultistas y aquelarres donde se comían niños humanos. Pero entre que Guy toma todas esas historias como cuentos para espantar y Rosemary está encantada con el apartamento, terminan por instalarse. (No se las voy a hacer larga, sólo mencionaré que son la típica pareja estadounidense de mediados del siglo pasado. Si la ven, entenderán el por qué lo digo).Todo parece ir de maravilla puesto que entablan buenas amistades con los demás inquilinos, pero siempre hay un aire de intranquilidad en todo lo que los rodea. Entre los anhelos de la pareja, sobretodo de Rosemary, está el de ser madre (así que ambos deciden intentarlo). En una situación francamente perturbadora ella termina embarazada, es cuando poco a poco se van dando sucesos más y más extraños que parecen involucrar a Rosemary y su bebé, para culminar con un desenlace bastante sorprendente.
No les quiero contar muchos detalles sobre la trama, ya que es una película que tienes que ver y dejar que ella misma juegue con tu mente. Como Polanski dijo en una entrevista: “No quiero que el espectador piense ‘esto’ o ‘aquello’, quiero simplemente que no esté seguro de nada. Esto es lo más interesante: la incertidumbre”. La cinta verdaderamente sabe manejar el suspenso, no por nada quedó en la posición 9 de las 100 mejores películas de suspenso de la historia según la AFI (American Film Institute) o como la número 10 más aterradora de todos los tiempos, según la revista Entertainment Weekly.
Un detalle asombroso que nos da la obra es su banda sonora: ¡Joder! ¡Carajo! Simplemente los primeros tres minutos de la película con esa canción de cuna compuesta por Krzysztof Komeda y entonada por la propia Mia Farrow, a petición de Polanski, “te vale el boleto”, es suficiente para tener pesadillas: un tema de paz y tranquilidad transformado en detonador de la tensión que en muchos momentos del filme se repite, y acompaña magistralmente lo mostrado en pantalla.
En cuanto a la parte visual, la película sigue luciendo increíble al día de hoy, ya que no cuenta prácticamente con ningún efecto especial, sino que todo se desarrolla a base de efectos prácticos ¡Y decir que no cuenta con ningún tipo de “screamer”! Así es, esa forma tan barata y sencilla de conseguir sustos de la cual se aprovechan hoy en día prácticamente todas las películas de “terror”, no se encuentra presente aquí. Sostengo que si tú estás concentrado viendo la pantalla y de repente te sale un “Teletubbie” gigante gritando, hasta eso te impactaría, porque no lo esperas; pero aquí no, ¡oh no, señor!…, aquí el terror se basa en generarte ese ambiente de incertidumbre e incomodidad. La manera en la cual están diseñados los escenarios hace que un ambiente de cotidianidad se vea rodeado por un inexorable halo de “mal rollo”.
Decir también que las actuaciones son muy buenas me pareció, sobretodo, sobresaliente. La interpretación de Mía Farrow, que simplemente está magistral; le da un toque de realismo asombroso a su personaje, te transmite sus emociones, su felicidad, su anhelo, su tristeza, su desesperación, su miedo: ¡todo! Lamentablemente, a pesar de ser nominada a varios premios como los Golden Globe Awards o los BAFTA,y ganar otros como el David di Donatello; no fue ni siquiera nominada a los Oscars, una vergüenza en mi opinión, pero así son muchas veces los Oscars.
Hay mil y un cosas más que podría hablar acerca de esta gran película, mi favorita en el género de terror, superando a películas como “El Exorcista” (opinión personal); pero lamentablemente no nos alcanza el espacio, espero tener la oportunidad de comentarla más a fondo después en algún podcast, porque verdaderamente vale la pena. Espero haber sido capaz de darles un panorama general, lo suficientemente completo y llamativo para que se adentren en esta obra; independientemente de si sean fans del terror o no, es una gran pieza cinematográfica. La pueden encontrar disponible en la plataforma de Amazon Video, aunque si son fanáticos de coleccionar películas como yo, en la misma página está el Blu-ray por $150 ¡No se arrepentirán!