Yo he aprendido que, para llegar a las estrellas, tienes que usar tu propia escalerilla, incluso si debes añadirle más peldaños, o firmeza a la base para que sea realmente fuerte, mejor…
Aquí una fémina que te cuenta un poco a modo de «relato motivacional» que la vida no es precisamente ese cuento de princesitas monas que Disney trata de machacarnos en la mente desde pequeños, y sí, esto no sólo compete a un tema de género femenino, a los hombres también les obliga a ser guapos, fuertes, a dominar la destreza de montar a caballo, y por si fuera poco, ¡Deben bailar! Mientras que, a las mujeres, nos insista, y en cierto modo, exhorta a ser cautas. A esperar y esperar y, esperar a que el amor llame a nuestras puertas, nos salven, nos resuelvan la vida, y claro, no olvidemos el lucir bellas siempre. Aseverando que, bajo ese modus vivendi «viviremos felices para siempre». Pero, ¿Cuándo entendí que de eso no va la vida? ¡Desde que tenía 7 maravillosos años! Sí, ¡Esa maldita mochila de Bob Esponja tuvo la culpa de todo! El día que le dije a mi padre qué si me la compraba, recuerdo su respuesta, que fue – ah, ¡¿la vendes?! Y, fue ahí donde mis entrañas dijeron, vale, ¡Yo me la compro! Y mágicamente empezamos en la vida de los negocillos. Lo menciono así, por la edad. Nada de cosas turbias, ¿ok? Y es que claro, descubrí que vendiendo hojas de colores, pulseras y chácharas en general, se ganaba billullo; y el billullo me acercaría al gran tesoro: Bob Esponja. Y ¡Así fue! ¡Lo conseguí! De ahí en adelante supuse que el resto de artículos de mi wish list me costarían un poquito, pero vamos, que ¡Era increíble la sensación de tener mis propias cosas!
Con el tiempo, y la maduración, descubrí que no es que precisamente mi vida estaba llena de sueños materiales, también de anhelos como el – Oye, ¿y si quiero estar en la escolta y hacer que cada lunes en el cole vean a éste angelical ente marchando?, ¿Participar en concursos de oratoria será muy complicado? (Si, para mí eso era súper top) O cuando era más «grandecita» ¿Y si viviera un tiempo en Cancún? O, ¿Cuándo viviré sola, sin tener responsabilidades, mamá mandona, limpieza general los domingos desde las 9 de la mañana para luego irme a misa de 12? (claro, luego me arrepentí un poco de ello, porque tenía todavía más responsabilidades estando sola y cero vida social y de la otra uff, mejor ni les cuento…). También tuve esta otra brillantez: – ¿Y si trabajara y bebiera al mismo tiempo? O los más recientes, – ¿Y si me voy a estudiar a Europa?, ¿Y si trabajo en un proyecto mamalon en uno de los recintos más grandes de España y Europa? e incluso ese tan conocido ¿Y si hacemos un muñeco?, o el del mes pasado, ¿Y si la hacemos de emprendedores en el extranjero?
He de confesarles que éstas y otras tantas preguntas iniciaron siendo sueños, luego anhelos y posteriormente metas, (incluso el muñeco). La periodista Oprah Winfrey menciona que «La mayor aventura que puedes pasar es vivir la vida de tus sueños» y, a ver, es que ¿A quién no le encantaría llevar a la vida real todo eso con lo que se sueña estando despierto?
La persona más chingona que conozco (mi padre) siempre me ha dicho que «para que tengas algo en la vida hay que chingarle» y sí, ese señor tiene toda la razón del universo, que, aunque él ha hecho de «Hada madrina» (sí, como en los cuentos de Disney) en prácticamente toda mi vida, al darme el empujoncito cuando me subo a la bici, me ve pedalear a lo lejos y me aplaude por ser esa persona que dejó de lado los cuentos, para convertirse en la mitad mujer y mitad sueño que ahora lees.
¡Despierta! Deja de pensar que mañana podría ser un mejor día para comenzar, o que alguien más quizás lo está haciéndolo mejor que tú, ¡Inténtalo! deja de pensar que tu primo, el que tiene carrera trunca y está en la política te va a «acomodar«.
Seré franca, no ha sido fácil, algunas de las metas para lograrlas han superado incluso el tiempo de las listas de espera del IMSS para una consulta, los desvelos han marcado mi rostro cientos de veces, los estragos del estrés ya se manifestaron en mi cuerpo, la incertidumbre, el enfado, e incluso los errores han estado presentes en cada proyecto, pero es parte del proceso, una vez que toma el camino, todo mejora, y créeme, la satisfacción de saber que lo lograste, te sabe mejor que ese mojito que te preparan en la playa con todo y su mini sombrillita toda cute.
Como consejo: Confía en ti, en tu instinto, en tu capacidad de logro y de vez en cuando escucha a esa tía que suele enviarte imágenes de piolines para echarte porras. Cae, resbala, y vuélvete a levantar, sacude las malas vibras y omite las palabras «Luego, mejor no, uy, qué difícil» porque de nada te servirán (te lo dice una persona que es bastante negativa ante cualquier posible situación). Y claro, también se vale serlo, analiza los pros y los contras y siempre piensa en qué experiencia/aprendizaje podrías obtener, qué resultado esperarás, en cuánto tiempo podrás lograrlo del todo. Ten contigo un timeline que te mantenga en los rangos que desees en tiempo y espacio a corto, mediano y largo plazo.
Concluyo con una frase de uno de mis libros favoritos «Haz de tu vida un sueño, y de tu sueño una realidad» Antoine de Saint Exupery.
Hasta la próxima.
Ruth Barrera, Madrid, Esp.