¿Qué haces cuando sales de ver un documental sobre la vida de Chavela Vargas? Llorar, claro, y con el cúmulo de emociones que sientes vas a comprar una botella de tequila y llegas a tu casa de foráneo a bebértela toda, aunque sea tu primer enfrentamiento con este.
Hace poco Netflix agregó “Chavela” a su catálogo y me es imposible no recordar la primera vez que lo vi. Ya van casi dos años de ese día. Andaba con un par de amigos. Andábamos tres corazones dolidos. Les dije que fuéramos al cine para ver si así nos distraíamos de la tristeza un rato. Creo que salimos con dolores aún más profundos y adoptando otros que no eran nuestros, pero que sí nos ayudaban a visibilizar aquellos que se nos escondían adentro. Parecía una de esas situaciones de película, donde el universo conspira y se junta para que una tríada de personas tristes vayan juntos a ver una película que no se esperan que sea triste.
Esa tarde, en compañía de mi roomie, brindamos por cualquier cosa. En alrededor de dos horas el conteo era como de 15 shots cada uno. Quisimos sentirnos como los grandes, como José Alfredo y Chavela bebiendo tequila sin fin y como si fuera agua. Nosotros, dos estudiantes que a veces apenas y comíamos. No nos importaba haber visto los problemas que el alcohol ocasionó en la vida de Chavela. No. El ídolo siempre se mantiene en lo más grande. Más si comparte sus tristezas y éstas son empáticas con el público. Qué nos importa el daño que nos provoquemos, cuando uno simplemente quiere llorar y hay otro que nos canta y nos dice al oído que cantemos, que para eso está la canción.
Al mexicano le encantan las figuras que mantienen en secreto sus más profundos amoríos con sus respectivos dolores, ejemplos sobran. En el fondo, a la hora del desahogo frente a una botella, lo único que importa es que ese desgarre nos conmueva el alma.
Que no somos iguales, dice la gente, pero creo que, frente a la calidad interpretativa de Chavela Vargas, todos estamos expuestos.
Nunca entenderé qué es lo que más me conmueve en las interpretaciones de Chavela. No sé si es conocer mejor ahora su historia y lo que hay detrás de su voz. No sé si es el talento puro y nato para tocar corazones. No sé si fue una tarde borrachera, con los sentimientos a flor de piel, y la compañía de un amigo con el que compartir mis pesares. Lo que sí entiendo es que el documental influyó mucho en mi transformación emocional posterior. Sí, lo vi en un momento triste y confuso de mi vida, pero sin ese golpe emocional y otros que recibí en ese tiempo, probablemente no sería quién soy ahora. Parte de eso ahora consiste en dejar de idealizar la tristeza. En esos momentos incluso llegué a sentir que me gustaba ese sentimiento, sin ver que estuve a nada de caer en un hoyo muy profundo.