De todas las formas crueles en las que he conocido el amor, sin duda soñarte ha sido la peor de todas. Me levanto de la cama como rutina habitual y una taza de café que no llena lo suficiente. Leo las noticias y busco el recuerdo de esa cachetada que te he dado en sueños. Tremenda sonrisa me has dedicado cuando sentí el ardor en los dedos. Eres tan fugaz y especial que mi cerebro ha decido memorizar la silueta de tu rostro con la esperanza de que, al verte, te reconozca de inmediato y probablemente te bese. Probablemente te sueñe…
Si pudiera elegirte lo habría hecho segundos antes de abrir los ojos, te hubiera abrazado una última vez con la ilusión de alguien a quien le han dicho que ame sin temor. Pero el temor me venció, y lamentablemente aquí estoy, sabiendo que no te conozco, y aun así lloro como si hubiera perdido en la realidad tu presencia, aunque ¿Qué es real? ¿Acaso no lo es haberte visto y haber saboreado tus besos? ¿no es suficiente prueba el recordarte despierta? Sé que existes pero no sé dónde, sé que me visitas en sueños porque no he encontrado el camino hacia ti y mi pecado más grande es creer que solo te he visto en sueños.