Se olvida cuando no te involucras en la vida pública del país.
Se olvida cuando das la espalda a los problemas que a diario lastiman a la sociedad, esperando que alguien más los resuelva por ti.
Se olvida cuando desprecias a las mujeres por manifestarse para exigir que ya no las maten.
Se olvida cuando tu activismo social se queda solamente en cambiar tu foto de perfil.
Se olvida cuando le das más importancia a una pared que a una vida.
Se olvida cuando llamas “chairo” o “fifí” a alguien.
Se olvida cuando te incomoda la presencia del vendedor ambulante.
Se olvida cuando las llamas locas, revoltosas y ridículas por exigir sus derechos.
Se olvida cuando haces menos a alguien por su situación económica.
Se olvida cuando discriminas a alguien por su color de piel.
Se olvida cuando tratas de forma despectiva a la persona que te lleva la comida en el restaurante.
Se olvida cuando las criminalizas por querer decidir sobre su propio cuerpo.
Se olvida cuando quieres imponer tus creencias sobre los demás.
Se olvida cada que diriges tu mirada hacia otro lado cuando sabes que no es correcto de lo que te diste cuenta con tal de seguir recibiendo dinero.
Se olvida cuando de tu memoria se esfuma que la lucha de aquellos jóvenes se parece mucho a las que hoy atacas.
Se olvida cuando tú, política, político, tomas aquél fatal acontecimiento como bandera para promover tu imagen personal.
El 2 de octubre sí se olvida, se olvida todos los días que no son 2 de octubre.