juncos
perdida entre los juncos
la mano de dios busca
la verga de un hombre
que habló en lenguas
el viento casi impronunciable
de su cuerpo
abre la transparencia
de sus dedos
expande cada línea
como un destino intangible
que besa sus palmas
no hay hombre ni verga
entre las sombras del prado
sólo un silencio constante
donde la soledad ha puesto
su verbo oscuro
perdida entre los juncos
la mano de dios
no encuentra consuelo
el viento casi impronunciable
de su cuerpo
necesita de un hombre
para hablar en lenguas
y nombrar la palabra blanca
de una verga
cuando se agrieta
y se llena de luz
lodo
en ese tiempo los santos daban perlas
a los cerdos, y pusieron en nuestros cuerpos
una estaca para que la vida
fuera más lenta. nada pudimos hacer
contra su ira, y nada pudimos hacer
con nuestras manos
rendidas
y llenas de lodo. los cerdos devoraron
los tesoros del cielo
y nuestros corazones quedaron
pausados. la vida era ese silencio
de manos sucias
y partidas. los santos nos miraron fijamente
y dijeron: comerán los cerdos
del brillo de nuestras manos
antes de que dos hombres
sean tierra mojada
que se derrama en el campo
pétalos
juan era el discípulo
del corazón de crisantemo
y un colibrí perdido
entre los ojos y los labios
cristo lo amó
como se ama a las flores
con un silencio herido
para aceptar que son breves
tocó el crisantemo en los latidos
y al colibrí
con sus colores despiertos
ambos mostraron la sustancia
de sus lenguas
todo pétalo nombrado
entre varones
es un principio de luz