Receta para conciliar los sueños Abril Karime Espinoza Santiago

Estas semanas me han quitado horas para dormir, pero no los sueños.

Sueño, mientras las especias juegan a mezclarse y mientras cocino desordenando recetas. Sueño mientras absorbo tazas de té y la gente viene e imagino que soy un barquito de papel y me lleva, pronto me voy.

Sueño que naufrago libremente.

Sueño fogatas, cantos, refugios de palos en los que comparto comida con mucha gente y reímos porque la comida es deliciosa y hace cosquillas en la panza. Cocinamos en una gran olla y somos el cuento de la sopa de pierda, pero las piedras son estrellas y todos pedimos deseos y todos caben en el firmamento.

Sueño sopa de estrellas y de engrane.

Sueño que nadie nos quita el sueño y que a veces los sueños se engranan y que en las noches hay canto de cuna que nos arrullan y voces que curan y que los únicos fuegos cruzados son los de los abrazos.

Sueño que me dicen las hormigas que <entretenerse> es su palabra favorita porque es <tenerse entre> y les gusta andar muy juntitas.

Sueño que me hago bolita y bajo rodando un monte. Montes coloreados por niños, vacas de colores, con cabezas enormes, deformes. Sueño que no tengo estas proporciones. Sueño que me salgo de la raya, que todes nos salimos de la raya. Que recortamos sin seguir la línea punteada. Sueño que mi cabello son ramas y a veces con todo el querer se cruzan con otras cabezas.

Sueño que conversamos con los cabellos, que las palabras nos brotan de las ramas.

Sueño que lloro de alegría, dolor, amor, risa, junto a las plantas de mi abuelita y que llorar es regarse y con las lágrimas nos preparamos un té que disipe los miedos. Sueño que destilamos. Que nos inventamos palabras y nos entendemos.

Sueño que el sueño es nuestro frente de batalla. Que defendemos los sueños. Que soñamos también por estar despiertos. Sueño que no hay que ganarse la vida porque ya la tenemos ganada.

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