Nos desprendemos de las almas rotas
Sólo habita la gente que no ríe, que no llora
Olemos a restos marchitos de una rosa.
Cubrimos de sombras el callejón,
Nos sometimos a la religión del olvido,
A una procesión sin ningún sentido.
Oremos sin fe para encontrar el camino
Y Pretender que aún hay cuerpo, que hay latidos.
Pierden nuestros valientes la guerra contra el rey,
Soltando su alma en un ángel de papel.