El eterno regresar de los pretextos presidenciales

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Disculparán los estimados lectores la ausencia por poco más de un mes. Pero, revisar y leer tantas noticias llevó mi hígado a su límite; sobre todo durante el pasado Marzo.

Y es que cansa, cansa saberse la fórmula que el presidente utiliza ante cada escándalo, crítica o error con que es encarado; además que no hubo mucha variedad, probablemente antes del segundo año ya habíamos terminado de escuchar todas las originales (“es culpa de los anteriores”, “es un ataque contra nosotros”, “los conservadores quieren impedir la transformación”, “están enojados porque ya no tienen sus privilegios”, “yo tengo otros datos”, “están haciendo politiquería”, “están manipulando la situación para su conveniencia”); las supuestas respuestas del presidente son, como un disco rayado, una y otra y otra y otra y otra y otra…lo mismo: pretextos.

Agota, y es menos peligroso que practicar deportes de alto riesgo, ser mujer en este país. Prácticamente todas hemos sufrido de acoso en las calles (y no, no es exageración, los datos están ahí sin importar cuánto el presidente los niegue), además, sufrimos de hostigamiento en todas las esferas de nuestra vida: literalmente no podemos existir sin toparnos con algún tipo de discriminación o violencia en alguna etapa de nuestra vida. Y eso cuando podemos vivir, porque los feminicidios parecen estar siempre de temporada, como probadita: la noticia de los cuatro feminicidios durante el fin de semana pasado. A pesar de que la situación esta al rojo vivo, López Obrador y sus porristas montaron un blindaje previo al 8M, que además luego trataron de apropiárselo una vez intervenido con los nombres de cientos de víctimas, llamándolo un “muro de paz”.

Harta ver cómo se defiende a un presunto (no podemos violar su derecho a la presunción de inocencia, aunque si “derecho” fuera femenino no importaría mucho…) violador como candidato a gobernador. Y la hipocresía de quiénes se dicen luchadoras sociales para callar ante ello, porque siempre es complicado que los miembros de una secta critiquen a su líder. Una vez que el INE retiró la candidatura por motivos económicos, el presidente poco escatimó en ataques no tan velados hacia el organismo; primero, el movimiento feminista fue catalogado de conservador, después el INE de poco confiable… ¡ah! lejano aquel 2018 en que loas le faltaban para uno y otro.

Esta columna no araña ni siquiera la superficie de las notas que ha dado el gobierno federal en el pasado mes, tampoco es su intención, pues en los tiempos de la 4T a diario se podría discutir algo de lo dicho o hecho por el presidente. Y es que ahí está el meollo del asunto: todos los días, de lunes a viernes, durante los últimos dos años y 4 meses, no importa la nota, el reportaje, el vídeo, el escándalo, la crítica, las cifras…López Obrador no cambia su discurso, utiliza las excusas de siempre y sólo nos da atole con el dedo; después, todo su sequito (oficial, digital, escrito, televisado, etc) se encarga de justificar con maromas impresionantes (o los típicos “antes -inserte aquí acorde a la ocasión- más” y “¿por qué antes no decían nada?”) las respuestas que tiene el Ejecutivo. Los críticos hablan y hablan, se escriben ríos de tinta, se hacen reportajes para divulgar los datos correctos, se graban programas, se hacen memes…después sucede otro hecho y vuelve a comenzar el ciclo dando la apariencia de que nada cambia: AMLO sigue manteniendo una aprobación del 61%, sus fanáticos siguen defendiéndole a capa y espada, los muertos se siguen acumulando, las crisis agravándose, los ataques contra la democracia impunes, la oposición sigue inexistente y los mexicanos usados como carne de cañón en la contienda electoral.

Este mes me hizo darme cuenta de que hay mucho que decir con respecto de esta transformación de cuarta, y alguien tiene que hacerlo. Sí cansa y mucho que las cosas aparentemente estén atrapadas en un eterno ciclo, pero no queda más que tomar aire y seguir haciéndolo, viviendo con la esperanza de que las palabras resuenen con alguien más.

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