Cuando la luna sale por las tardes apurando al sol, a su brillo y a ocultarse en el color de tus ojos que desconozco, cerrados y dormilones; persigo mis pasos intentando alcanzarte, respiro tu aliento para oxigenar los campos que acarician mis pies apresurados.
Miro entre las nubes tu rostro y la luna parpadea al vuelo de un pájaro que cruza el cielo relajado. Y te imagino y no sé quién eres. Me estás buscando y no sabes quién soy. Persigo trotando a mi sombra que camina por delante para escribirte este poema que algún día te diré suave y lento a tu oído. Se va la luz del día y no imagino en dónde estás…