La primera vez que tuve mi menstruación tenía como 9 o 10 años, la verdad ahora no recuerdo muy bien la fecha. Tampoco es que considere que sea relevante, de una o de otra manera, seguía siendo una niña; aunque para la sociedad ya era una mujercita, ¿qué quiere decir ese diminutivo? “Mujercita”, ni una niña ni una mujer, pero sí en la transición de serlo. Ninguna me dejará mentir, qué transición más dolorosa.
En los primeros años el dolor no llegaba a superar la vergüenza que sentía si llegaba a manchar mi ropa. Recuerdo que en una ocasión, en la salida, todos mis compañeros empezaron a reírse y señalarme. Para mi infortunio estaba en mi periodo y tenía miedo de haberme manchado. Fue hasta que llegué a casa que esa paranoia acabó al darme cuenta de que se burlaban por un chicle pegado. No estaba manchada.
Pero, si por alguna razón llego a recordar madaese momento, en mi mente vuelve a aparecer ese miedo a estar manchada enfrente de todo mi salón. Han pasado más de diez años desde mi primer sangrado y ya estoy cansada de ese recuerdo, sobre todo, de la sensación que viene con ello.
Entonces tuve mi primera fantasía, sexual, erótica… y ¿por qué no? Biológica: suprimir completamente la menstruación. (¿No he sido la única verdad?) ¿A qué me refiero? Vale, ¿ubican ese meme que mostraba a un personaje bañado en sudor y dudoso sobre qué botón rojo apretar? Mi fantasía va por ese lado. Entramos a una habitación y en frente de nosotras tenemos los dos botones rojos, brillantes y grandes. El de la derecha va a eliminar, borrar toda posibilidad de menstruar para ti, así de fácil, tan sólo basta presionarlo para olvidar que en alguna ocasión sangraste.
Luego, tenemos el botón de la derecha, igual de brillante y grande, pero en vez de parar nuestro ciclo, nos da la oportunidad de desestigmatizar el sangrado menstrual. Cambiarlo en todo el mundo, en toda la literatura que existe, en los salones escolares, en las casas, entre amigas y entre parejas.
Podremos hablar de la diarrea que ocasiona, los bochornos, la sensibilidad en los pechos. La endometriosis dejará de ser normalizada, finalmente se hablará de los muchos efectos secundarios de la pastilla anticonceptiva. No más impuesto rosa en nuestros productos de higiene. Se hablará no sólo de la toalla y del tampón, sino también de los calzones para sangrado e incluso brindaremos por la copa y con ella.
Las niñas ya no tendrán que volver a sentir vergüenza si se llegan a manchar. No más oraciones y plegarias para que no nos baje en el viaje a la playa, o en plena fiesta. No más apodos a las pastillas y a la menstruación, miradas furtivas y encriptadas para decirle a la amiga que se fije si no estamos manchadas, no más pasarnos las toallas como contrabando.
¿Necesitan que siga? No sé ustedes, pero sin duda correría a presionar el botón de la derecha, si tan sólo existiera ese botón rojo. Aunque creo que sí existe la posibilidad de apretarlo, ¿cómo? Hablando de ello en nuestros círculos sociales, dejando de sorprendernos si oímos la palabra menstruación y seguir haciéndolo con las nuevas generaciones. ¿Qué dicen? ¿Empezamos a hacerlo?