Llorar/golpear, el binarismo de la ira Ricardo Yépez

La ira desatada es con frecuencia más dañina que la injuria que la desató.

Séneca.

La inteligencia emocional asegura que la ira tiene dos manifestaciones notorias: una hacia el exterior como agresión hacia otras personas o cosas y una hacia el interior de nuestro espíritu que generalmente culmina en depresión. Cada uno de estos tipos de respuesta han sido asignados como “natural” o propios a sendos géneros de binarismo. No me creas a mí esto de las dos respuestas notorias en la que puede culminar un episodio de cólera, ve y búscalo para que te cerciores por tu cuenta. Por favor.

 

No es la naturaleza del hombre golpear paredes cada que se enojan, ni la de las mujeres romper en llanto cuando son agraviadas, pero ambos tipos de respuesta fueron tomados para disciplinar el comportamiento de los dos géneros heteronormativos. Hace falta otra educación emocional con urgencia. Una que no marque como negativo, “tótsico”, o pernicioso un sentimiento tan encomiable como la empatia, ya que ante situaciones de injusticia no se debería sentir otra cosa más que digna rabia.

 

La ira no tiene solamente las dos salidas autorizadas para el binarismo heteropatriarcal, hay más. Algunas con una tradición histórica tan legendaria que el hecho de que no las tengamos concientes paracería cosa de conspiración antiafectiva. Una de las cuales más le he hechado mano es la comedia, otra la difunden los mojes tibetanos como imperturbabilidad (y hasta podría decir que tambien tiene marca nacional aunque con el nombre de ‘valemadrismo’) y la última que se me ocurre de momento es la del dios leproso: “poner la optra mejilla” (que ya se parece más a la parafilia del masoquismo), la cual no recomiendo practicar.

 

Además de las anteriores, podríamos acordar que la creatividad es una herramienta excelsa. Quien haya visto el cuadro “Guernica” de Pablo Picaso habrá sentido posiblemente la furia del pintor español al enterarse del bombardeo en la ciudad vasca (único cuadro del artista que en realidad me gusta). Pero seamos sinceros. ¿Cuántas veces un agravio nos da tiempo para procesar nuestra indignación? Además de que juega en nuestra contra el proceso de adoctrinamiento con el cual nos oprimen y conducen nuestras emociones desde nuestro verdugo interior, del cual pocas veces estamos conscientes.

 

La carcajada como medio de defensa

 

Son varios los comediantes que han reconocido que su camino empezó durante la primaria o secundaria para evitar el “bullying” e incluso hay personas que confiesan tener una “risa nerviosa” que les surje en momentos de ansiedad ante situaciones que no saben cómo afrontar. En lo personal, el “bullying” lo sufrí en casa, por mi hermano mayor, pero en la calle era más frecuente que usara la comedia para evitar conflictos con otros hombres con quienes me veía en desventaja física.

 

Porque, si la única salida reconocida para los hombres es responder a las agresiones con otra agresión la menos recomendable es romper en llanto. No importa lo que diga el manifiesto progre, un hombre que llora jamás es percibido como víctima ni por las mujeres, ni mucho menos por otros hombres. Así que uno ha de ponerse creativo a la edad de 10, 11 años para salir librado de convertirse en el objetivo de los abusones.

 

¿Victimización?

 

Aunque los detractores del feminismo alegan que la lucha por el derecho de la mujeres es una victimización, en realidad mostrarse como víctima ha sido una herramienta aceptada desde tiempos bíblicos. Aún hoy en día reconocemos la frase “rasgarse las vestiduras” para este tipo de actos, los cuales no eran llevados a cabo exclusivamente por mujeres. Son varios los pasajes en los que un onvre de la tribu de Israel se ponía en harapos y salía a la calle a expresar su dolor. Si mal no recuerdo lo hace Jacob cuando José es vendido por sus hermanos. Igual poco me importa lo que suceda en esa tomadura de pelos, que algunos toman como libro sagrado.

 

El meollo es que sin aceptarse víctima de una injusticia el derecho moderno no tendría sentido de existir, ¿por qué entonces este “hate” contra quienes esperan que la sociedad interceda por ellos? Reconocerse víctima es necesario para quienes se saben en desventaja de poder con su agresor y no tiene otra alternativa más que apelar al grupo social al que pertenecen para que intercedan por ellos para resarcir su afrenta.

 

Hay “berrinches” y berrinches

 

La agenda progre, no obstante, ha empezado a castigar moral y socialmente la única salida que le era aceptada a los hombres: golpear paredes, y les dice (de dientes para afuera) que ahora la sustituyan con el llanto. Llorar está chido, golpear una barda no. Los hombres que no tenían mecanisos para manejar su ira ahora se ven imposibilitados hasta con esta válvula de escape, porque por alguna razón extraña ahora hay una discución pública sobre cuál de los dos géneros tiene derechos y cuál no de “violentar” los muros. Pero no me extraña, actualmente hay tanta ira que la gente discute hasta cuál es la forma “original” de una botana empaquetada con terrible valor alimenticio y peor sabor o si las quesadillas llevan o no el derivado lacteo.

 

Los opositores a “mostrar debilidad” recriminan por su parte que hay mujeres tramposas que usan el llanto para conseguir lo quieren mediante la creación de “escenas” que avergüencen a su víctima por exponerlo como abusador y por lo tanto en vez de ser víctimas serían victimarias manipuladoras.

 

No es extraño que el expresar externamente la ira sea valorada de manera positiva dada su agentividad, porque creeemos que la felicidad exige ser proactivos y relacionamos la pasividad con la tristeza. La norteamericana budista Pema Chödrön lo expresa mejor en la Guía para vivir compasivamente:

 

“Si estás furioso y crees que tienes razón expresas tu furia y culpas a otros, en realidad eres tú quien sufre. Las demás personas y el entorno también sufren, pero tú sufres más, porque la furia te come por dentro, haciendo que te odies. Expresamos estas emociones porque, paradójicamente, pensamos que nos produce alivio. Equiparamos la expresión con la felicidad, y a menudo se produce cierto alivio momentaneo. Cuando eres adicto y satisfaces tu adicción, sientes un alivio momentaneo. Después la pesadilla empeora.”

 

Necesitamos promover más las otras formas de expresar nuestra furia, ¡neta!

 

 

Si deseas saber más sobre la relación entre ira y depresión, revisa esto.

http://diverrisa.es/web/uploads/documentos/optimismo/LA%20IRA.pdf

Si buscas conocer sobre el tema de la ira y el género, checa acá.

https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5645382

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