La estupidez real siempre vence a la inteligencia artificial.
Terry Pratchett.
En esta semana el famoso multimillonario Elon Musk presentó a un bailarín vestido como esgrimista para anunciar, presumir o promocionar el robot de su imaginación. Asegura, el ricachón sin “dos dedos de frente”, que el próximo año estará produciendo el Elonbot, Teslabot (o como sea que finalmente lo llame).
Al aclamado ídolo de los tontos, los ilusos emprendedores basados y los fans del imperialismo capitalista; se le ocurrió que sería una buena idea presentar a un humano simulando un robot humanoide. Seguramente es admirador número uno de Homero Simpson. Sustituir un robot tal vez sea una gran idea para un comic de comedia, pero definitivamente una muy mala para presumir Inteligencia Artificial. Debería de ver menos el programa de Groening y un poco más a los Animaniacs.
Una vez terminada la performance del bailarín, el empresario sudafricano continuó dando datos sobre el proyecto como casi siempre hace en sus anuncios. El fulano ya es famoso por salir a llenarse su boca de cosas irrealizables a fecha de entrega que da y después darle largas y más largas a sus proyectos anunciados, ¡como si ya los tuviera en fase de colocarle la estampita de la marca de su empresa! A sus decires, el bot humanoide tendrá la misma IA que ya opera en los vehículos “autónomos” Tesla, pero “más mejor”. Y podrá moverse libremente por el mundo como aún no logran hacerlo del todo sus coches, sin necesidad de la señalización, estandarización y adecuación que las calles y carreteras del mundo han perfeccionado durante ya casi un siglo.
El anuncio ha provocado entre la comunidad geek desde francas carcajadas hasta el temor infundado de que está en construcción el “Teimineitor laib akchon” que acabará con la humanidad. Por supuesto no falta el fanboy que sigue creyendo que el Musk es un ser iluminado que viene del futuro. Quienes nos reímos del complejo de inferioridad del excéntrico geek conjeturamos que el anuncio tan fuera de tiempo del Elonbot se debe a dos recientes golpes al orgullo del propietario de la empresa, que ya tiene en retraso los proyectos del Tesla Semi y del Teslatruck, más cercanos a su coche “autómata” que el reciente robot sustituido por un tipo disfrazado en su anuncio. Los golpes al ego del empresario han sido el robot de Boston Dynamics y el viaje a la luna de Jeff Bezos.
No todo es diversión
Si bien la figura pública del empresario sudafricano no parece tener una pizca de inteligencia o de sentido común, el empresario presenta dos actitudes que bien harían nuestros millonetas en copiar: contratar a los que sí saben para que hagan el trabajo e invertir en innovación. Es de pena ajena que en México, los privilegiados y saqueadores del prestigio editorial, por ejemplo, no tengan el menor interés en invertir nuevamente en las mismas editoriales, ese tipo de actitud terminará por dejar seco el pozo del que ellos mismos beben.
Otro ámbito, más cercano al tema, es la falta de interés de los grandes capitales por producir un auto verdaderamente mexicano. Seguimos siendo la maquila del vecino del Norte, a pesar del gran flujo económico que esa industria tiene. Y ni qué decir de las tecnologías en Inteligencia Artificial.
En cuanto a contratar a los expertos para llevar a cabo el trabajo que debe hacerse, en nuestro país hasta han puesto sus propias “escuelas” para comprar títulos y evitar dejar esas labores en manos de gente preparada. Todo sea por el bien de continuar encerrados en su burbuja y evitar la movilidad económica de quienes sí están dispuestos a esforzarse por conseguir los objetivos. Basta ver el organigrama de cualquier empresa nacional para ver en los puestos más altos a los familiares mismos de los propietarios o socios.
En alguna ocasión, un amigo me preguntaba cuál era el mayor daño que hacía la corrupción en nuestro país, mi respuesta fue esa: el nepotismo, jamás sabremos cuál es el daño causado por esa práctica de poner a gente incompetente a hacer las cosas que deberían ser hechas.