Habrá un silencio absoluto. Les han preguntado a varios científicos sobre ello, ninguno de ellos tiene una afirmación absoluta, el silencio absoluto no existe. entonces es un invento. Tampoco lo creo. Por ejemplo, el espacio además de ser silencioso es oscuro, y esto es realmente hermoso, a ese sonido lo denominamos ruido blanco.
La música se define como el sonido y silencio, de lo que no hemos hablado casi nada, es que la música son vibraciones que estimulan ondas que podemos percibir como notas, la ausencia de vibración la interpretamos como silencios. Las vibraciones las podemos percibir de muchas formas, entre ellas las sentimos, nos evoca, nos hace “vibrar alto” cual new-age recién drogado; nos conmueve. Ese es el poder de la música que no se escucha.
Nuestro mundo se ha adaptado a los comunes, pero nunca hemos estado en un estado de ausencia, como el de sonido. Es aquí donde toma relevancia el montaje de la Ópera Fidelio OP. 72 de Beethoven, dirigida por el multipremiado y famoso director de orquesta Gustavo Dudamel, acompañado de Los Ángeles Master Chorale, el Coro de las Manos Blancas de Venezuela y un doble elenco, uno de cantantes y otro de actores que interpretaron la obra en lengua de señas.
Los solistas, en el papel de Leonore: Amelia Hansley (actriz) y Christiane Libor (Soprano); como Florestan Joshua Castille (actor) y Ian Koziara (tenor); Rocco fue interpretado por Russell Harvard (actor) y Ryan Speedo Green (bajo-barítono); Marzilline por Indi Robinson (actriz) y Gabriela Reyes (soprano); Jaquino le dio vida Gregor Lopez (actor) y José Simerilla-Romero (tenor); a Don Pizarro lo interpreto Gabriel Silva (actor) y Shenyang (bajo-barítono); por ultimo Don Fernando Michael Anthony Spady (actor) y Ethan Vicent (baritono).
La opera en dos actos, es la única ópera Beethoven que se tiene registro. Es una pieza hermosa compuesta por arias, coros, sinfonías y recitativos. Fue compuesta entre 1804-1806. Tuvo un sinfín de modificaciones. Es una pieza muy pensada por el autor. La ópera relata como Leonora se disfraza de guardia de la prisión llamado “Fidelio” (se trasviste) para recatar a su marido Florestan de la condena de muerte por razones políticas.
Fidelio fue estrenada por la Filarmónica de Los Ángeles el 11 de abril de 1925 conducida por Zubin Mehta. Esta ópera es seguramente la puesta en escena más disruptiva que he visto en mi vida. Un montaje integral que busca precisamente la inclusión. Con el lenguaje de señas se abre una gran posibilidad de aprovechar todas las posibilidades de la música.
Gustavo Dudamel es seguramente el director joven de orquesta más conocido en todo el mundo, muestra en su batuta una gran energía, evoca grandes momentos, es un líder que desemboca a los músicos a un jardín prometido donde la armonía tiene el sentido preciso y prometido. Tiene fuerza carácter y además una gran simpatía que trasmite al público la hospitalidad de un anfitrión.
La orquesta respondía ante el furor que Dudamel les pedía. Era un juego sin retarnos, con repechajes directos. Fue un gran festín el poder apreciar al director más famoso de Los Ángeles, porque en esta área se le considera uno de los latinos con mayor influencia, quien inicia varios proyectos de corte social en comunidades latinas de bajo poder adquisitivo.
La Ópera Fidelio fue un gran encuentro. El Coro de las Manos Blancas es una iniciativa venezolana conformada por cantantes que en lenguaje de señas realizan diferentes corales, la música es una gran excusa y lo que reúne nos concede la humanidad, la hermandad.
Lo más destacado
Las arias de ópera eran interpretadas por ambos repartos, sin embargo, los recitativos eran interpretados en lenguaje de señas, una buena excusa para que los comunes tuviéramos que leer los subtítulos pues eran en silencio en señas que no sabemos interpretar. Este es un acto de empatía.
La Obertura, es una pieza exquisita, que nos evoca una gran fuerza que el compositor. Es agresiva en cada golpe en los timbales, pero sueve en las cuerdas y en las maderas quienes le dan una personalidad a clara en un rose entre el periodo clásico y el romanticismo. Es un inicio grandioso para una gran vida. Les dejo una de las mejores interpretaciones de la obertura por Leonard Bernstein.
Hay dos corales que tenemos que destacar, el primero es de los prisioneros, son una pieza muy sensible que nos evoca a las injusticas que se provocan en un mundo donde no se escucha la razón sino la voluntad de un hombre. El segundo es el coro final que simplemente pone en todo su esplendor la orquesta, los solistas y los coros, con él me pude trasladar a muchos lugares donde el corazón se llena.
El concierto finalizó pasando las 10 de la noche, había un clima cálido, después de una tarde bastante calurosa, la brisa del mar nos reconcilia y nos da tregua. Estuve acompañado por Fátima, pudimos tomar algunos tragos y disfrutar de una gran velada.
¡Paisano vamos a la Orquesta!
Foto de Portada LATimes