Cuando era adolescente me encantaba comprar revistas impresas. De alguna forma, en ese momento, las revistas eran mi puerta al resto del mundo. Mi sección favorita fue siempre la de las entrevistas. Me las leía todas. Leer era abrir la puerta a mi imaginación. Me permitía ser yo la reportera, y estar sentada frente a frente de aquellos a quienes admiraba. Fue así que, después de mucho pensar en cómo volvería a Golfa, después de un gran receso escribiendo, decidí que quería hacerlo de esta forma: acercando, sobre todo a las lectoras, a las mujeres que debemos conocer, y que son personas dignas de admirarse, no sólo por los productos culturales que resultan de sus ingenios, sino por las personas increíbles que son, que lo cambian todo. Que hacen posible que el mundo siga teniendo fe.
Gran palabra es Fe, ¿no? Justamente es la palabra con la que identifico a mi primer entrevistada. Una mujer que tengo el gusto de conocer en persona. Una mujer que, es por sí misma una artista en toda la expresión de la palabra. Es creadora, no sólo creadora de palabras, su trabajo en el mundo es dar vida en todas las formas posibles. Y hoy tengo el gusto de poder hablar con ella, y hablarles de ella: María Choza.
*Inicia la entrevista*
Ambas estamos, curiosamente de color verde, sin habernos puesto de acuerdo. Me da gusto, después de tantos años, de tener contacto con María, una poeta, artesana y emprendedora de mi Estado. Fuimos juntas a la universidad, aunque sí, ella es más joven que yo. En 2015 fue merecedora del Premio de Poesía Joven Alejandro Aura con su primer Poemario Los campos no Elíseos, y sus poemas han sido traducidos a diversos idiomas, como el árabe, el francés y el inglés.
(Grabando)
Monina Fernández: Tú sabes que yo te admiro mucho desde la universidad. Siempre he creído que eres una persona que vale mucho la pena el producto que creas, el producto final. Y considero que dentro de todo eso, también tu labor en la crianza de tu hija ha sido en parte el desarrollar tu arte a través de tu maternidad. Desde el momento en el que elegiste el nombre de tu hija, yo creo que eso ya estaba hablando de tu lado artístico y la forma en la que construyes tu mundo. Siempre que vemos a un poeta, queremos encasillarlo en esa parte (ser poeta), y yo veo que todo tu mundo es arte en general. No sólo María Choza la poeta, quiero que hablemos de María Choza en todas sus facetas.
Me gustaría conocer, ¿Cómo fue para ti el ganar un premio (literario) siendo tan joven, y que esto haya significado el viaje de tu poesía a otros idiomas? ¿Cómo es reconocerte admirada en tu país y otros lugares del mundo?
María Choza: Creo que nunca habíamos tenido oportunidad, a pesar de que nos conocíamos de hace años, de poder expresarnos nuestra admiración mutua, que es mutua.
La verdad es que, ahora con el tiempo, lo recuerdo como algo que es una especie de cosa que sucedió sin mí, no sé cómo explicarlo. A pesar de que trabajo con las palabras, a veces me es muy difícil poderlas poner a mi servicio. Ahora que lo veo en perspectiva, estaba muy chica. Lo escribí la última semana de mis 20 años, y fue publicado a mis 21. Tal vez no parece algo tan importante haber escrito y publicado a los 21, pero en mi caso sí fue algo que marcó un parteaguas, en cuanto a mi quehacer artístico. Para mí significó que, no sólo las personas que te conocen alrededor, o que te aman, como tu familia, tus padres, tus amigos, tus novios, te reconocen, si pues… otras personas que no pertenecen a tu núcleo te reconocen. Te dicen “estás haciendo un buen trabajo”. Y creo que eso, al inicio de cualquier carrera, en el nivel que sea, es un muy buen inicio para poderte animar a hacer algo. Fue un apapacho. La forma de ver que, lo que me gusta hacer desde que tenía 15 años, cuando escribí mi primer poema en la preparatoria… significó eso: un muy buen apapacho que, desde entonces, y hasta este momento (2024), ha significado solo cosas buenas. Me ha abierto espacios de diversos indoles, para dar talleres, para acompañar personas, para escribir, y estoy muy agradecida de que se me haya dado ese espacio.
También considero que ese tipo de cosas, y esto va para todas las personas que quieran dedicarse a esto: UN PREMIO NO MUCHAS VECES HABLA DE LO QUE TÚ ERES COMO ARTISTA; a veces simplemente es un golpe de suerte. Y puede que haya muchos otros manuscritos, o PDF’s, que valgan mucho más que el tuyo, artísticamente hablando. Pero yo siento que es como algo más que decide: a ti te tocará esta vez, y otras veces les tocará a otros. Todos necesitamos impulsos en momento diferentes, y en ese momento yo necesitaba un impulso.
MF: Justamente recuerdo una charla que tuve con *nombre censurado*, en el que le hablaba de los textos de alguien más, y le preguntaba: ¿Tú crees que sabe escribir?, y él le dijo, como entre broma y broma, sí, sí sabe escribir… solo le hace falta ganarse un concurso para que se la crea. Yo soy de la idea de que, muchas veces, un empujón (…) el que te reconozcan y el reconocerte escritor (a), es muy complicado. Y más en estos tiempos en que todos tenemos espacios en los que podemos publicarnos. Es decir, todos podemos publicar en nuestro muro de Facebook, un poema, un cuento… y eso no se siente como que eres escritor, no hasta que otros comienzan a reconocerte como tal. Y eso no es restarle valor a lo que otros hacen, sino que, es complicado generar esa identidad. Yo supongo que, al momento en que a ti te ocurre, cuando te conviertes en María Choza LA POETA, comienza no sólo el inicio de tu carrera, sino también una parte de tu personalidad que tenía que desarrollarse y crecer junto contigo. Porque ahora implicaba el madurar tu escritura, y ponerte retos cada vez más grandes.
El poemario con el que tú ganas (Los campos no Elíseos), hasta donde recuerdo, estos campos, cuando sí lo son, es algo como el paraíso. Algo muy onírico, muy utópico. Y en cambio, tu libro -que aún lo tengo porque recuerdo que en la universidad nos lo regalaste-, deja de ser esa parte del imaginario. Tus poemas nos convierten en algo muy terreno, muy tangible. Para mí tus poemas son la humanidad en su ámbito. En la naturaleza. Siento que habla mucho del crecimiento del ser, en un paralelismo del crecimiento de la tierra, o con la tierra. Quisiera que nos hables un poco de eso, ¿Para ti cómo fue el proceso creativo de este poemario, y qué representa para ti cada uno de estos poemas?
MC: Pues mira… es complicado esto que me estás preguntando porque yo, por lo menos, y tal vez suene un poco ridículo decirlo así, pero para mí sí lo es, entro en una especie de transe cuando escribo. Y no soy muy consciente de lo que escribí hasta mucho tiempo después. Quizá incluso hasta que ya está publicado, y fueron leídos por otras personas, es cuando ya me doy cuenta de qué es lo que escribí. Porque siento que, si le meto mucha racionalidad, deja de existir por lo menos mi poesía. A la vez, requiero de muchas conexiones mentales para poder estar escribiendo.
Siento que necesito hacer una gran unión, entre mi parte visceral y mi parte racional, para poder estar escribiendo. Y me concentro en eso, y no me concentro en el contenido. En cuanto a lo del ser humano, pues… siempre me ha gustado ponerme en el lugar del otro. Siento que es un ejercicio necesario e interesante. Estarnos poniendo constantemente en el lugar del otro es para poder entender las cosas. Si yo lo viera todo con mis lentes, probablemente no entendería muchas otras cosas. Los sucesos, las cosas, todo lo que acontece. Me gusta mucho jugar a eso, a no ser yo, a no ser María Choza. Obviamente, cuando lo imagino, o trato de empatizar, termino imaginándolo como yo misma.
No voy a imaginar nada que no venga de mí, pero, por lo menos es un ejercicio que me ha funcionado hasta ahora, a la par de escribir o de tener cualquier ejercicio artístico. Me gusta mucho también el estar escuchando a las personas. Siempre estoy escuchando a las personas en el ámbito que sea. No sé, en el transporte, en la radio. Escucho muchísimos podcasts. Y siempre estoy escuchando otras formas de ver la vida. Entonces, pienso que eso me ayuda bastante en mi trabajo. Y, a la hora de escribir, o de producir, porque no sólo lo veo así -con la escritura-, me agarro mucho de esas anclas. Me agarro de mí y de los otros, y de lo que yo supongo, deduzco e incluso siento de los otros. No es sólo un yo, hay muchos yo, que conforman al propio, al mío.
MF: ¿Cuál es la parte más complicada de tu proceso creativo, una vez que ya tienes la idea de lo que quieres hacer?
MC: Creo que el famoso terror de la hoja en blanco. Es algo real. Es algo que sucede. A mí la hoja en blanco me impone mucho. Bueno, solamente cuando estoy pensando en ella. Yo no puedo hacer eso que muchísima gente hace, y que les admiro, de sentarse y decir hoy voy a escribir tantas cuartillas, y escribir en la computadora, o a mano, en mi caso… escribiendo de un tema en específico. Yo soy más como, no sé: estoy metiendo ropa a la lavadora, y se me viene una frase. Entonces, dejo lo que estoy haciendo, y corro al celular, a la libreta, lo qué sea, e inicio la frase tal cual se me vino a la mente. No le modifico nada. Y comienzo a hacer ese proceso -consciente, inconsciente-, al inicio es inconsciente porque te digo, no sé, estoy lavando, haciendo la comida, bailando… lo que sea. Y después, conscientemente, me digo: ahora me voy a separar de ti, para que regrese otra (frase), no sé, es como provocar un poco al inconsciente, y lo hago de esa forma porque siento que así cayeran las cosas en su lugar, sin yo estarlas provocando.
Claro, esa técnica de creación no es la más conveniente porque no depende de ti. Eso sólo es con las primeras frases. Tú ya vas viendo por dónde. Le agregas, le quitas… la edición es básica a la hora de purificar todo. Puede que en esa edición se vaya la frase inicial que detonó todo. Pero así es como funciona. Así es como quito el miedo de la hoja en blanco. Terror del que soy víctima. Lo acepto. Víctima muy constantemente.
MF: Por ejemplo, el arte de María Choza, no solamente la poesía, sino todas las cosas que María Choza hace, todas las cosas que crea con sus manos, todos los espacios y las particularidades que tienes, ¿Cómo logras hacer que converjan siempre en la comunidad? Porque es algo que yo veo constantemente en tus creaciones. Que son productos que terminan por hablar de un todo colectivo, y ahora que me dices esta importancia tuya de escuchar a los demás, de escuchar las ideas, las historias, las palabras… me hace pensar que tú haces que se forme tu propia comunidad dentro de tu espacio, de tu imaginación, y después de ahí ¡creas!, es decir, tienes esta capacidad de abstraer todas estas ideas y después construir, pero me gustaría que me compartas eso: ¿Cómo logras que tu pensamiento, que ese “yo” creativo, termine por buscar al “yo” creativo de una comunidad?
MC: ¡Es una muy buena pregunta! Si te soy sincera, es la primera vez que alguien me dice algo sobre una comunidad. Yo no concientizo las cosas hasta que suceden, y… antes que cualquier cosa, considero importante mencionar que, por lo menos para mí, los humanos somos seres sociales. O sea, yo no soy nada sin ti, sin mis padres, sin mis abuelos, sin nada… es decir, yo no considero que la evolución hubiera llegado al punto en que estamos, si hubiéramos sido seres individualistas desde un inicio.
Todos los procesos importantes que, involucran por lo menos al ser humano, tienen que ver, o parten desde un sentido de comunidad. Desde un sentido de acompañar a otro, y sentirse otro. Esto que decías de que, dentro de mí convergen muchos otros, suena un poco a que fuera una especie de esquizofrenia o enfermedad mental (se ríe), pero no vamos a ese punto, vamos al punto de empatizar. Creo que se reduce todo a eso. Cuando dices la comunidad artística, o más bien el arte, cómo lo llevo, creo que solamente a través de la sinceridad. No creo que haya mucho que adornar o mostrar de una forma diferente.
Solamente estoy haciendo, esto que es lo que me gusta hacer, esto en que me siento cómoda, con esto estoy resonando y, a la hora de compartirlo siempre me ha funcionado, hasta este momento de mi vida: el ser sincera, si doy talleres o platicas, cualquier cosa… por lo menos yo me siento cómoda siendo sincera con los demás. No intento intelectualizar mucho las cosas, y… te estarás dando cuenta de que, puedo divagar mucho (ambas ríen), pero no tengo otra intención que no sea ante ti como yo soy, y como yo me siento cómoda. Siento que, cuando yo manifiesto eso ante otras personas, las otras personas también se sienten cómodas de mostrarse conmigo como son. No hay un juego de apariencias. Eso yo he notado que entorpece las relaciones y el quehacer artístico. Siento que esto es lo que lo lleva más directo (ser sincera). Siento que nos quita muchas limitaciones que nosotros mismos nos ponemos. De esa forma, yo comparto, otros me comparten. Cualquier persona puede aportar algo que sea necesario para nuestro quehacer artístico, solamente no estamos muy acostumbrados a percibirlo de esa forma. Todos tenemos, en realidad, algo que dar. Si tú estás ahí, abriendo los oídos, la mente, el corazón, para captarlo, simplemente ahí está y ya. Así de sencillo.
MF: Yo creo que, precisamente, esa parte del trabajo artístico también es esto de comulgar con la comunidad que sigue tu trabajo. Yo reflexionaba sobre la importancia que hay en acercar el trabajo artístico a los grupos de personas que no tienen un fácil acceso a estos temas. Para quienes estamos inmersos en él, es común hablar de literatura, de cine, de música: la realidad es que hay sectores de la población que, aunque pueden ser académicamente muy importantes, como es el caso de algunas ingenierías (no me funen, lo digo sin hate), me atrevo a decir… hay personas que no tienen esta conexión con el arte. Siento que lo que tú nos estás compartiendo es una de las grandes problemáticas por las cuales, las personas que no conocen de temas culturales se alejan de este ambiente. Siempre estará la barrera de las personas que tratan de hacer este mundo intelectual e inalcanzable y de poco acceso, y creo que eso parte mucho esta idea de la empatía con el otro. Esto es algo que nos ha llevado a rompernos, entre instituciones, entre colectivos, entre personas, y no nos ha permitido sumar. Esto te lo digo porque mi siguiente pregunta es: Para María Choza, ¿En dónde debe estar el arte? ¿Dónde tiene que expresarse? ¿Cuáles son los espacios, los lugares, los momentos? Si en tus manos estuviera decidir, sin importar la disciplina, ¿Dónde es el lugar en que María Choza pondría al arte?
MC: ¡Te digo que qué preguntas! (Se ríen) … si tú, por ejemplo, me preguntaras: ¿Qué es el arte?, yo no te sabría responder. No creo que sea una respuesta universal. No es como preguntar qué son las matemáticas. Obviamente, para poder situar algo, necesito saber qué es ese algo para poderlo clasificar. Yo considero, que el arte, o por lo menos el que yo ejecuto. El que yo he llevado a través de estos años, pocos o muchos de experiencia, el arte se asemeja mucho a la paz. Por lo menos en mi caso. Para mí, en ese entendido, habría arte, habría paz, en cualquier quehacer que te de paz y tranquilidad al ejecutarlo.
Por ejemplo: yo consideraría a un chef, un artista. Porque, el simple hecho de combinar olores, sabores, texturas, procedencias, sensaciones físicas: todo en un mismo momento, en un mismo lugar, y que aparte se sirva calientito en la mesa, para otra persona, que es un ser aparte, para mí eso es un arte. Dejar de llamarle arte a todo, nos quita un poco esa esencia de poder hacer las cosas y que nos den paz. Si tú me dices: tú eres artista, yo todavía, y después de tanto tiempo, me cuesta trabajo meterme en esa palabra. Me causa un poco de aflicción. ¿Por qué? Porqué sí, hago arte, pero también cocino, me gustan las plantas, también crio… hago muchísimas cosas. Encasillar las palabras en un solo lugar es injusto: para las palabras y para la persona que las está llevando a cabo.
Si yo pudiera igualar el arte a una cosa, sería a paz, y cualquier persona que tuviera paz haciendo lo que hace, sería un artista. ¿Cuántas personas estilistas, por ejemplo, conocemos que te hacen arte en el cabello? ¡Porque eso es! ¡Es arte! El arte es ejecutar una actividad y que te lleve a determinado lugar. A la paz. La tranquilidad. A la conexión contigo mismo. Si tú te estás siendo fiel, y estás siendo congruente, por ti, y nada más que por ti: entonces estás haciendo arte de lo que estás viviendo.
Porque para mí eso es el arte. El arte no está en una escuela, como tú bien sabrás, como nosotras estudiamos, donde te dicen: esto es poesía, esto no es poesía. La realidad es que, en la vida, en la vida real esas clasificaciones NO EXISTEN. Todo se entrelaza. No considero que el arte tenga un lugar específico, o que haya que llevarlo a las personas, porque ya está ahí. Simplemente es que tú seas congruente contigo mismo y digas: está bien, qué soy bueno haciendo, qué me hace feliz hacer, y cómo puedo llevarlo a un nivel en que lo haga casi con maestría… y esas cosas funcionan por sí mismas.
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