Reloj sin luz Por: Aarón Moya Pérez

Pensaba en ti cuando se me apagó la luz.

Las memorias brillaron en la oscuridad,

y a tientas, el reloj siguió su triste andar.

 

Las manecillas sonaban como campanadas,

los recuerdos se vistieron de luciérnagas.

En el segundero distinguí la voz de Chronos,

Marcha fúnebre de nostálgicos susurros

 

Voces familiares en tinieblas conocidas

detuvieron mi cronómetro toráxico,

cuando la oscuridad también se apagó.

Con los fotones, olvidé lo inolvidable.

 

La serenidad liberó a las luciérnagas,

seres inmortales, fantasmas neuronales,

viven en la luz y a veces vuelven a brillar

 

Apagué el cerebro, encendí los pulmones.

Caminé junto a los lúgubres repiques.

Y encandilado, el reloj siguió su andar.

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