Se podía anticipar que el impulso de la narrativa propalestina necesariamente involucraría movilizaciones públicas en el aniversario del conflicto (tal fue el caso en México). Previsiblemente también, su discurso omitía, convenientemente, el ataque terrorista del 7 de octubre de 2023, sobre el cual ya escribí en la primera publicación de esta columna. Sin embargo, en el aniversario exacto del ataque genocida de Hamás, la causa palestina expuso su arsenal más abyecto. Protestas en universidades y grandes ciudades. Declaraciones vergonzosas por su odio e ignorancia (como las de Irene Montero o Greta Thumberg). Un maremoto de antisemitismo cruel y repugnante en redes sociales.
Quienes seguimos las noticias ese día en la región supimos que, al igual que todos los días desde el 8 de octubre de 2023, Israel tuvo que protegerse de los constantes lanzamientos de cohetes desde Gaza Líbano y Yemen, solamente ese día. Justo en el aniversario del ataque terrorista más devastador de la historia de Israel; de la masacre de judíos más grande desde la Shoá. Pero no sólo eso. En la ciudad de Hadera ocurrió otro ataque terrorista: un ciudadano árabe israelí apuñaló a seis personas, de las cuales una murió. Y en días subsecuentes Hezbolá disparó proyectiles que asesinaron a dos israelíes al norte de Israel, cerca de la frontera con Líbano. Como última actualización, un dron lanzado por Hezbolá dejó decenas de heridos en Binyamina.
¿A qué otro país se le exige que soporte ese nivel de agresión sin defenderse? ¿A qué otro se le aplica el doble rasero moral de la condenación internacional cuando no está dispuesto a soportar los ataques constantes? ¿A qué otro país se le critica por no dejarse aniquilar? ¿A qué otro se le acusa de genocidio cuando decide que ya ha sido suficiente? Sólo a Israel, a su Estado, a sus instituciones, pero también a los judíos en la diáspora. Porque contemplamos en tiempo real, un nivel de antisemitismo no visto en décadas. Uno cuya violencia padecen incluso los no judíos que apoyan a Israel, como fue la agresión a Pilar Rahola.
Pasado el Yom Kipur (el día del perdón, el más sagrado en el calendario judío), y mientras redacto esto, Irán espera la inminente represalia israelí por el ataque con misiles del pasado 1 de octubre de 2024, cuya naturaleza aún no conocemos pero que, así lo ha anunciado Yoav Galant, será devastador. Será cuestión de tiempo para saber en qué consistirá y qué consecuencias traerá para la región pese a los intentos de disuasión de Estados Unidos. Y si será sobre la infraestructura militar, petrolera o nuclear de Irán.
Naama Levy es una joven soldado secuestrada el 7 de octubre de 2023 y arrastrada dentro de la Franja de Gaza por Hamás. Es una de las 101 personas que todavía permanecen como rehenes y de quienes no se sabe si aún siguen con vida. Naama es una joven que ha permanecido más de un año en manos de sus agresores y captores. En su momento no sólo se viralizaron las imágenes en las que está cautiva junto con otras jóvenes israelíes: Liri Albag, Karina Ariev, Agam Berger y Daniela Gilboa. El video en el que uno de los terroristas la transporta en un jeep a punta de violencia, mientras Naama avanza con sus pantalones manchados de sangre es una de las numerosas evidencias audiovisuales que, quienes defienden la causa palestina (y, por extensión a Hamás), prefieren ignorar. La página de Instagram que sus seres queridos han dedicado a difundir los esfuerzos por rescatarla es ésta. Que Naama vuelva pronto a casa.
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