Celebremos la existencia muxhe por Rebeca Lsp

Fotografía: Gabriel Morales

Como estado invitado en esta edición 52 del Festival Internacional Cervantino, Oaxaca ha traído una variedad de espectáculos con el objetivo no solo de mostrar al público su mejor oferta cultural, sino también dejarnos ver un poquito acerca de los distintos estilos de vida y tradiciones de su territorio, como ocurrió con la obra Otro día de fiesta, del Grupo Teatral Tehuantepec, consolidado como tal en 1987.

El Teatro Cervantes, quizás el teatro más abandonado de todos los que conforman las sedes del festival, se encontraba casi lleno. El variado público estaba ya arrellanado en los vetustos y ruidosos asientos del recinto, a la espera de disfrutar un espectáculo que prometía ser cómico y, al mismo tiempo, una ventana al mundo de los muxhes, tristemente desconocido por la gran mayoría de habitantes de nuestro país.

Pero ¿quién es un muxhe?, se preguntarán algunas y algunos. Los muxhes o muxes, según quién escriba, forman parte de la cultura zapoteca del istmo de Tehuantepec, en Oaxaca, y se les identifica como personas que tienen una identidad femenina en un cuerpo de varón, algo muy cercano a lo que en occidente se denomina como mujeres trans, pero que, por la naturaleza de su cultura, tiene otras connotaciones. Cabe destacar que en el istmo estas mujeres ocupan su propio papel en la sociedad, lo que no las exenta de sufrir violencia. De acuerdo con diversas fuentes, se estima que actualmente viven alrededor de tres mil muxhes en ese lugar.

La función, cuya escenografía consiste en una banca, una grabadora y un cartón de cervezas, comienza puntualmente con la entrada de una muxhe a escena seguida de otra mujer, ambas portando trajes típicos. La trama gira en torno a la amistad entre Amanda, muxhe caritativa y bondadosa, y Concha, mujer muy malagradecida y alcohólica con tres hijas, quien constantemente depende de la ayuda de su amiga debido a su adicción, su condición de madre soltera y su mala administración financiera. La manera en la que los diálogos van sucediendo es bastante orgánica: las dos se sientan en la banca a echar chismecito con el público rompiendo la cuarta pared.

En este chisme, nos vamos enterando, con momentos cómicos y conmovedores que se alternan, de los sucesos que las llevaron a hacerse amigas y de la historia de su amistad. Es una obra polifónica en tanto que los dos personajes enuncian líneas que corresponden a otros, como a las hijas de Concha o los vínculos de Amanda, algo que podría resultar confuso si no fuese por las puntuales especificaciones que van lanzando ambas conforme narran. Quizás la proyección de la voz pudo ser mejor de acuerdo con la acústica del teatro, pero eso se compensó con la fiel representación de acentos que ambas llevaron a cabo.

La función es muy breve, dura tan solo 55 minutos, pero en ese corto tiempo consigue que el público empatice con Amanda, quien al final se revela muerta a manos de un examante. El gran logro de la obra es visibilizar, en un foro tan importante como el FIC, la existencia de una muxhe y denunciar la fuerte discriminación que viven, aspecto sobre el que reflexiona Concha en sus líneas finales, “el mejor hombre que llegó a mi vida era muxhe, solo por eso lo dejé ir”, poniendo de manifiesto cómo, lamentablemente, en nuestra época aún tiene más peso el prejuicio que el afecto.

Fotografía: Gabriel Morales

Otro día de fiesta
Grupo Teatral de Tehuantepec
17 de octubre de 2024
Teatro Cervantes

Historia Anterior

Mujeres, voces y corporalidades: Simone Mazzer por Joan Carel

Siguiente Historia

¿Quién era Yahya Sinwar? Por: Roberto Godoy