Originario Jan Junis en Gaza, durante su juventud lideró el área de inteligencia de Hamás. Entre sus actividades estaba cazar a los árabes palestinos bajo sospecha de colaborar con Israel. Por el asesinato de dos soldados israelíes y cuatro árabes palestinos cumplía condena en una prisión de Israel, hasta que fue liberado durante la negociación para intercambiar la libertad de más de mil terroristas palestinos por la vida del soldado Gilad Schalit, secuestrado por Hamás en 2011.
Tras la eliminación de Ismail Haniya el pasado julio de 2024, Sinwar quedó al mando tanto de la rama política como de la militar de Hamás dentro de la Franja de Gaza.
Durante meses fue buscado por las Fuerzas de Defensa de Israel entre los túneles de Gaza, hasta que el pasado jueves 17 de octubre, fue abatido inesperadamente en Rafah, es decir, aquella zona dentro de la Franja de Gaza cuya incursión por parte de las Fuerzas de Defensa de Israel levantó un inusitado rechazo en la comunidad internacional y que, incluso, produjo un post de Instagram cuyo trend se viralizó abrumadoramente.
La muerte de Yahya Sinwar ha intentado reivindicarse ante la opinión pública como la de un líder de la legítima y heroica resistencia palestina. El gotesco blanqueamiento de su figura no ha conocido límites ni timidez. Ahora sabemos que, horas antes del ataque terrorista del 7 de octubre de 2023, evacuó a su familia vía la red de túneles que Hamás construyó debajo de la Franja de Gaza, para uso terrorista. Sabemos que los seis rehenes asesinados en agosto, justo antes de ser encontrados por las FDI, estuvieron bajo su custodia y los empleaba como escudos humanos. Hoy sabemos que murió tratando probablemente de huir de la Franja de Gaza y no como el caudillo que la propaganda palestina busca engrandecer artificialmente para seguir alimentando su propia disonancia cognitiva.
Sinwar condenó a la Franja de Gaza a la miseria. Sólo le interesaba la destrucción de Israel, a quien le provocó un golpe terrible con el ataque del 7 de octubre de 2023 y un daño incalculable a los árabes palestinos de Gaza. Hamás no ha podido probar hasta ahora la cifra de más de 42 mil muertos (un número que, por cierto, no se corresponde con un genocidio), pero aun si así fueran los números, toda esa sangre estaba en las manos de Yahya Sinwar, como lo está en las de todos los altos mandos de Hamás, en las de todos sus combatientes, en las de sus patrocinadores directos e indirectos, y en las de sus simpatizantes en todo el mundo. Porque apoyar la causa palestina es tener sangre en las manos. La sangre de los israelíes asesinados sin piedad el 7 de octubre de 2023; y la sangre de los palestinos muertos en la guerra contra Hamás, los cuales el grupo terrorista ha empleado como escudos humanos desde el inicio de la guerra. Apoyar la causa palestina, tal cual existe en las redes sociales ahora mismo, supone consentir una complicidad, ya sea ignorante o perversa, con el terrorismo de intención genocida (porque no reconocer al Estado de Israel esconde la intención genocida de su destrucción).
Muerto Sinwar, el curso de la guerra ha encontrado un punto de inflexión.
Para cerrar este texto, quisiera mencionar un nombre: Shirel Golan. Se trata de una joven sobreviviente del ataque al festival de música Nova, durante el 7 de octubre de 2023. En cumpleaños número 22 se suicidó. Al parecer su muerte fue consecuencia del trauma de haber vivido el horror de un ataque terrorista. Una vida más cuya factura debe atribuírsele a Sinwar, a Hamás, al fundamentalismo islámico, a la izquierda ignorantemente antioccidental alrededor del mundo. Shirel Golan, bendita sea tu memoria.
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*Roberto Godoy (Aguascalientes, 1989). Escritor. Becario de la Fundación para las Letras Mexicanas (2017-2019). Becario del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes 2023. Actualmente estudia el Doctorado en Estudios Sociculturales en la UAA.