No es secreto para nadie que los eventos que el estado invitado trajo a la edición 52 del Festival Internacional Cervantino fueron de los más apreciados por el público, pues su variedad, riqueza y calidad daban para todos los gustos y para todos los tipos de públicos. Lo anterior nos permitió probar la diversidad de géneros musicales que se gestan e hibridan en las entrañas del sur, dando como resultado propuestas de lo más atractivas.
Un gran ejemplo de ello fue el concierto llevado a cabo el viernes 18 de octubre en Los Pastitos, donde tres bandas oaxaqueñas con bagajes muy distintos amenizaron una noche demasiado cálida para ser octubre. La cantidad de gente era considerable y no solo por ser un evento gratuito al aire libre, sino por la atmósfera que suele generarse en este tipo de espectáculos: cervezas y tragos circulando en una pactada clandestinidad, más la oferta de comida en los puestos ambulantes que dan un tenor de fiesta.
La primera banda en presentarse fue Juchirap, fundada hace doce años en Juchitán de Zaragoza. Como su nombre ya puede sugerirlo, este es un grupo de rap bilingüe donde el zapoteco se impone sobre el español. No todos los presentes conocían previamente a esta banda, pero fue evidente que eso no era necesario: la pasión con la que entonaban sus letras era contagiosa y los vítores y aplausos no se hicieron esperar. Tras una hora de ejecución, los integrantes se despidieron ante la tristeza de un público al que ya se habían ganado.
La segunda agrupación era un poco más famosa, aunque tiene más o menos la misma antigüedad que la anterior: La China Sonidera. El éxito de esta banda radica en su constante itinerancia a lo largo y ancho de Oaxaca, así como en su habilidad para mezclar, entre otros géneros, la cumbia, el vallenato y el funk. Asimismo, su vestuario refleja igualmente esta mezcla cultural donde prevalece el espíritu sonidero. El público no se hizo del rogar y con gran disposición y sabor se entregó al baile colectivo, quizás la noche comenzaba a enfriar, pero con estos ritmos entre la gente solo subía el calor.
Aun con lo bien que ya iba el evento, lo mejor aún estaba por llegar. El último grupo, Los Pream, demostraron ser la joya más rara y hermosa de la noche. Esta banda mixe relativamente joven (nació en 2017 en el corazón de Santa Maria Tlahuitoltepec) desconcertó y enamoró a muchos con su experimental sonido que rescata armonías propias del son mixe (sunn), el funk, el jazz e incluso la música balcánica.
Si bien la propuesta de Los Pream sale mucho más de la música tradicional, se alinea muy bien con el propósito de inculcar en las nuevas generaciones oaxaqueñas el gusto por la improvisación y las mezclas con un ejemplo extraordinario: todos los músicos poseen un talento que rebasa fácilmente a muchos profesionales del gremio mejor posicionados. Si proponer melodías experimentales es bastante difícil dentro de una industria que gusta de proyectos comerciables sin ambiciones sobre formas sonoras, hacerlo desde una latitud tan descentralizada como Oaxaca es un verdadero acto heroico que pone de manifiesto su amor por y para el arte.
¿Y saben qué? Sus resultados son sublimes, pues la marea de emociones y movimientos que despiertan es algo tan difícil de conseguir. Me atrevo a decir que esta banda pasará a la historia de la música mexicana como el precedente de un género que aún no ha sido nombrado y que, quizá, solo Los Pream estén en autoridad de nominar.
Juchirap | La China Sonidera | Los Pream
18 de octubre de 2024
Los Pastitos