“Bienvenidos a la playa”, anuncia el dintel de la Casa de la Cultura de Guanajuato, misma que se convirtió en un remanso marino para recibir, de forma gratuita, a los transeúntes en el 53 Festival Internacional Cervantino.
Por primera vez en México, la ópera performática Sun & Sea, creada por Rugilė Barzdžiukaitė, Vaiva Grainytė y Lina Lapelytė, cumple con una de las exigencias más enunciadas desde hace varios años: la oferta de eventos de alto nivel, accesibles y cercanos para cualquier audiencia, aunque hay varios aspectos que podrían mejorar.
Esta obra, proveniente de Lituania, ganó el León de Oro en la 58ª Bienal de Venecia en 2019. El escenario recrea una playa concurrida, con 25 toneladas de arena y 23 voluntarios mexicanos (o del lugar donde se represente), incluidos niñas, niños y mascotas, la cual se aprecia con una vista cenital (desde la parte superior del inmueble).

Mientras toman el sol, las reflexiones y preocupaciones de 13 personajes cobran sonido en su canto, junto a 30 artistas mexicanos que fungen como ensamble vocal y una solista de origen indígena, con una excelencia magistral que cautiva desde el primer contacto.
Las voces disertan sobre sus miedos y angustias, desde temas ambientales, motivados por el entorno de la escena, hasta la fragilidad de la existencia humana y el agotamiento en todas sus formas. Eso puede inferirse de la traducción en una pequeña pantalla colocada al borde de uno de los balcones, aunque pocos espectadores se percatan de su presencia o alcanzan a leer el texto, pues son más las peripecias y malabares para ubicarse en un sitio que permita observar a plenitud el cuadro, además de resistir el calor de los rayos solares que se filtran por el domo y sofoca.
Es innegable la calidad del sonido, perfecto, embelesante y envolvente, todavía más si se considera el dominio de la técnica vocal con la dificultad que implican las posiciones de los intérpretes (recostados o sentados), mas la logística no ayuda para su apreciación. En definitiva, la propuesta es creativa, novedosa y sumamente llamativa, pero el mensaje se pierde entre la multiplicidad de estímulos visuales.

¿Es este el mejor espectáculo para una oferta abierta a todo público? La crítica no hace más que hablar maravillas, pero quizá podrían precisarse algunos puntos en su difusión para permitir a la audiencia conectar y apreciar con una atención más enfocada y dispuesta, al igual que permanecer en el recinto hasta el final de la obra, sin importar los inconvenientes o incomodidades; aunque así se perdería el impacto que genera la espontaneidad del acceso y la extrañeza del montaje.
De cualquier manera, se agradece tanto la generosidad de los artistas para ofrecer cuatro funciones seguidas durante cuatro días, la oportunidad de participación para los voluntarios locales y el acercar a la gente, a la de a pie y de todos los días, un evento de excelente calidad.
Aun cuando algunos públicos no estén preparados para recibir este tipo de arte —no porque sea exclusivo de una clase o resulte incomprensible, sino porque suele ser útil tener cierto bagaje; por eso, valdría la pena fortalecer una educación artística previa—, se agradece profundamente la ocasión para tener una experiencia estética y decidir por sí mismo si se siente una afinidad o no, al menos para despertar la curiosidad y el interés, al menos para tener el pretexto de ejercer el pensamiento crítico y emitir un juicio propio.

Con o sin comprensión de la propuesta, con o sin resistencia para mantenerse en pie desde las alturas, el asombro del público, al menos por uno de los muchos elementos a notar, es grande, sobre todo al salir del recinto, pues la oposición de la realidad entre ambos espacios es impactante: una nívea playa europea versus el área mercantil, gastada y sucia de un casi pueblito, aunque se diga capital del turismo, legado colonial y patrimonio de la humanidad.
Sensación final: apreciar este cuadro en movimiento estático es como dar un salto repentino a una vieja postal británica para buscar a Wally, o a la persona que está cantando, entre la multitud (Where’s Wally?, de Martin Handford, 1987).

Sun & Sea
Rugilė Barzdžiukaitė, Vaiva Grainytė y Lina Lapelytė, directoras
11, 12, 13 y 14 de octubre de 2025
Casa de la Cultura de Guanajuato