Canciones para aprender del error por Joan Carel

Cortesía FIC: Mayra Mope

Aunque su primer disco está fechado en 2015, fue en 2019 cuando Elsa y Elmar comenzó a popularizarse en las listas de reproducción mexicanas. “Ojos noche” acompañó a más de uno durante el año siguiente de la pandemia, llenando de ritmo los espacios privados, en contraste y maridaje perfecto con la melancólica letra.

Elsa Carvajal, cantautora y productora colombiana, radica desde hace ocho años en México. Se graduó del Berklee College of Music como intérprete musical. Con su segundo álbum, Eres Diamante, recibió su primera nominación al Latin Grammy, sumando hoy seis, además de un nuevo disco, el cuarto en su carrera, mismo que titula su tour: Palacio.

Como parte de la oferta juvenil, el 53 Festival Cervantino abrió su magnoescenario para Elsa, pero esta no es la primera vez que ella se presenta en dicho recinto. Fue el 31 de mayo de 2023, con motivo del Día del estudiante, que la Universidad de Guanajuato la invitó para reavivar el ánimo de su comunidad, aunque con una reducida audiencia por causa de la adaptación a una nueva normalidad todavía en curso.

Con un aforo abarrotado, esta noche cervantina fue en suma significativa, tanto para la cantante como para quien vivió aquella primera vez dos años atrás. Ella misma, durante el concierto, expresó que guarda ese recuerdo con amor y gratitud.

A diferencia de aquella ocasión, donde su energía desbordaba en coreografías vibrantes, la Elsa de esta velada se percibió con una sensibilidad distinta, quizá más madura, más introspectiva.

Su disco en promoción se anuncia como una exploración del deseo, el dolor y la transformación. A primera vista, un elemento notorio en ese crecimiento, o proceso creativo en esta faceta, es la predilección por una interpretación íntima y acústica, sin perder el estilo del sonido que caracteriza sus composiciones, al igual que su suave y expresiva voz, ya reconocible en cualquier espacio y con la misma calidad en vivo que en estudio.

Cortesía FIC: Mayra Mope

Esta vez, el recinto reunió un numeroso público auténticamente suyo. La mayoría ronda los 20 años, un par más o un par menos, quien sigue con profundo sentimiento todas las canciones. En él, impera el gozo más que la euforia, el deleite de una admiración auténtica y leal, ganada con los años y que se funde ahora en una sola percusión con la batería, guiada por sus palmas.

Elsa y Elmar es, posiblemente, la voz de los corazones rotos para la nueva generación, con una filosofía de vida que destaca el “acostumbrarse a aprender del error. Su carisma, ya sea con la firmeza en pie o sentada a media luz con su guitarra, cautiva al instante acompasada por la tersura de su canto.

“Planeando el tiempo”, “Palabras y miradas”, “Amantes y amigos”, “Vuelve”, “Corazones negros”, “A ella”, “Niña mía”, “A tu ladito”, “Grecia”, “Pelo suelto”, “Hasta dónde se enamora”,”Atravesao”, “Mierda”, “Cómo acaba”, “Gracias”, “Gigante”, “Palacio”, “Entre las piernas” y más canciones clave en su repertorio fueron recibidas con alborozo.

Pero nada se comparó con la emoción al unísono cuando, cerca del final, comenzó su primer hit, “Ojos noche”, que adolescentes y adultos, mujeres y hombres, cantaron a todo pulmón cumpliendo así el deseo y la invitación de la artista: disfrutar la sensación única de este mágico instante.

Al menos desde estos ojos, el ambiente que esa canción crea en su narrativa se asemeja al escenario de la joven “princesa de la boca de fresa”, en la poesía de Rubén Dario, soñando aún la llegada imposible, pese a la resignación e incluso en la deconstrucción, de un feliz caballero que la colme de amor.

Cortesía FIC: Mayra Mope

Palacio Tour
Elsa y Elmar
14 de octubre de 2025
Explanada de la Alhóndiga

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