¿Siente que todos los días son el mismo día? ¿Que la vida se ha vuelto un uróboro interminable, cuya cola y cabeza habitan dentro de usted? ¿La gente conocida ahora le resulta indistinguible? o: ¿Toda la gente en marabunta ahora le resulta familiar? ¿Extraños en la calle le dicen cosas que no entiende? ¿Tiene ganas de hacer cosas extraordinarias de camino al trabajo, como tomar un bate y romper todos los vidrios que logre encontrar?
Tal vez usted se ha vuelto loco. Pero tal vez, simplemente se haya reconocido a sí mismo como un átomo dentro de un organismo saturado: repleto, en fricción constante; harto; cuerpo cancerígeno de células replicándose sin control.
Si lo ha hecho, si se ha reconocido como tal, entonces encontrará en la obra de Armando Moreno el último resquicio de supervivencia. El retrato de esta sociedad hipermoderna y hacinante. Pero no como una queja, ni como el llanto conformista e histérico que no pasará de chocar su lamento contra una pantalla. Lo encontrará como un susurro, como el secreto que le es confiado a un amigo, a un paria, a un compañero de celda.
Tranquilo, aquí no hay evangelizaciones pesimistas, ni metáfora de lo superfluo, de lo habitual. Simplemente el testimonio de una obra que, acompañando al espectador, se refleja en él. Que es causa y es consecuencia: pero de ambas indistinguible, conmutable a placer. Aquí los tonos oscuros nos difuminan el tiempo externo. Las escenas más cotidianas de nuestro subdesarrollo se licúan con los tonos oscuros y soberbios de la antigua prosperidad europea. Detrás de su elegancia oscura nos acecha un peligro inminente, como una casona lúgubre invitando a entrar de noche, como el paradero del metro en la madrugada, como maja escotada en un cuadro viejo: podemos oler su peligro, la agriedad atravesando su vestido desde la entrepierna, y aún así seduciéndonos; como un barrio bajo, con su alcohol y sus drogas y sus armas y sus muertos.
Ahora que se sabe parte de este tumor, por favor no grite. Conserve la calma y véase retratado. Armando Moreno le ha hecho un close up inmejorable.