Ser oposición es sumamente cómodo. Percibes una dieta, cuentas con los mismos privilegios de la clase política que tanto atacas, pero lo haces desde la comodidad de no tener que rendir cuentas, al menos no de la misma forma en la que lo exiges. Si eres oposición, aunque seas parte de una Legislatura, lo aprobado es responsabilidad de los grupos parlamentarios mayoritarios, o del partido que ocupa el gobierno el turno. Eso sí, si una reforma es vista con buenos ojos por la sociedad, entonces te encargas de decir que gracias a ti se logró su aprobación.
Esta actitud irresponsable, basada en remedios mágicos y en fórmulas milagrosas, es la misma que ha llevado al desencanto a quienes en el año 2000 vieron en Vicente Fox una esperanza de cambio, o a quienes creían que la izquierda iba a arreglar la podredumbre de la Ciudad de México. La alternancia era el oasis de la Democracia y al tenerlo enfrente, descubrimos que se trataba de un espejismo. Más de lo mismo.
Recientemente he seguido las publicaciones del Diputado Federal Jorge Álvarez Máynez, un personaje peculiar que denuncia constantemente la imparcialidad de los medios, algo poco congruente si se toma en cuenta que es dueño de La Jornada en sus ediciones en Aguascalientes y Zacateca, y que dichos medios le dan sobrada cobertura y difusión a sus notas y publicaciones.
Me llama la atención una crítica reciente que Álvarez Máynez ha hecho a la propuesta del INE a fin de regular las pautas de Facebook para los candidatos. En sus palabras: “El PRI, el Gobierno a través del Instituto Nacional Electoral, quiere regular, restringir y censurar las redes sociales”. Lo que expresa el Diputado es delicado, sumamente delicado, ya que no sólo afirma que el INE está al servicio de un partido, sino que, además, este organismo autónomo pretende realizar censura en redes sociales.
Lo cierto es que, desde hace diez años, el modelo de Comunicación Política en México vio un cambio trascendental en su regulación, al quedar prohibida la contratación de espacios publicitarios en Radio y Televisión para los partidos políticos. Adicionalmente, con la Reforma Electoral del 2014, este tipo de acciones se convierten en una causal de nulidad. Desde mi punto de vista, estas restricciones son sanas, no sólo porque generan un mayor control, sino porque además se puede cuantificar la erogación, la cual, por cierto, en radio y televisión es nula, ya que se utiliza únicamente el tiempo oficial.
Las redes sociales son actualmente la principal forma en la que los ciudadanos recibimos información y me parece lo más congruente que la autoridad electoral pretenda establecer topes al gasto en publicidad que los partidos y precandidatos realizan, de hecho, en su vídeo, Álvarez Máynez hace cuentas mágicas y afirma, sin pruebas, que “el PRI se gastó 20 millones de pesos” en Facebook en la campaña del Estado de México. La cantidad no sólo es ridícula, sino que, en caso de ser cierta, hace evidente la urgente necesidad de la regulación en torno a dicho tipo de propaganda.
Si bien es cierto que como se menciona en el vídeo: “Facebook es un negocio”, lo más congruente es que los partidos dejen de gastar nuestros impuestos, o dinero ilícito para hacer aún más rico a Marck Zuckerberg. Actualmente no existe ninguna regulación a las pautas en redes sociales y es un tema que de manera urgente debe de contar con topes y controles.
Lo que pretende el Instituto Nacional Electoral no es limitar derechos y aplicar censura, lo que se pretende es “evitar la difusión de propaganda en cualquier medio que implique promoción o posicionamiento de una persona para la obtención de una candidatura de manera anticipada a los tiempos establecidos”. En pocas palabras: la autoridad electoral quiere poner un freno a lo que están haciendo Margarita Zavala, Rafael Moreno Valle, Ivonne Álvarez, y un buen número de personas que aprovechan diversos vacíos legales con la finalidad de impulsar sus aspiraciones políticas. Dichas lagunas existieron en su momento para regular a los medios impresos, revistas, la radio y la televisión, y ahora que se encuentran contemplados en la legislación electoral, la competencia se da en condiciones de mayor igualdad.
En algo le doy la razón al Diputado Álvarez Máynez: los tiempos han cambiado y las redes sociales hacen que las publicaciones lleguen a un mayor número de personas, lo anterior no quiere decir que todo lo que se difunda sea cierto, y ahí está el peligro: es mejor la ignorancia de miles, que la mala información de millones. Por cierto: mentir con fines políticos es una práctica nefasta, no muy diferente a todas las que critica.