VI. Fist por Luz Atenas Méndez Mendoza

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Elliot se sentía un poco culpable. Había faltado a la fiesta de su pequeño alumno y ahora esperaba poder enmendar la situación. A lo lejos, de un automóvil negro, descendían el joven y su madre para caminar por la acera rumbo al local. Tal vez a Chris no le pesaba en la conciencia, pero para Elliot era importante formar un vínculo de empatía con sus alumnos; su madre, alguna vez, le había dicho que mientras uno tuviera un ambiente más armonioso, su desempeño mejoraría, y en cierta medida, para él, era verdad: siempre había llevado buena relación con sus maestros, animándolo a ser mejor en su desempeño.

 

Chris tocó su hombro, poniendo su mano fuerte sobre él y dándole un apretón. Observaba, junto con Elliot, la dirección por la cual venían el joven y su madre; sus labios estaban cerrados y completaban el semblante serio que a veces reflejaba, cuando le molestaba algo. Solía ser de esas personas que sólo permanecen en silencio ante la incomodidad y la molestia, los cuales luego se volvían enfado, y entonces sólo reaccionaba, sin pensar mucho en el momento. Elliot, por otro lado, prefería pensar las cosas, y cuando algo le molestaba normalmente se encontraba intentando dialogar, expresando sus pensamientos y buscando una solución

 

Eran muy diferentes, pero podían hacerse pasar por hermanos.

 

—Buena tarde— dijo Elliot al momento de apretar la mano de la madre de Daniel, sin apartar la mirada de la deella, más que para dar un vistazo rápido al joven que se encontraba al lado de su progenitora —. Esto no tardará mucho, señora. Nos han enviado los informes de las fechas para las competencias y su hijo estaba interesado en participar, pero requiere de su permiso.

 

La mujer observó al joven, quien se encogió un poco de hombros ante la mirada de la madre; Chris sólo guardó las manos en los bolsillos de su pantalón y recargó su peso en la pierna derecha, doblando un poco la rodilla contraria, mientras observaba a la mujer.

 

—Sí… Eso se había comentado en la casa— respondió la mujer, volviendo la vista hacia Elliot —, pero comprenderá que pasamos por una situación difícil en la casa y no planeo dejar a mi hijo sin mi supervisión.

 

—Por eso mismo, hemos tenido la idea de que nos acompañe a dichos eventos— comentó Chris, adelantándose a lo que tenía que decir Elliot.

 

Aunque nunca había mostrado interés extra en sus alumnos, ahora Chris tomaba la iniciativa; eso, en cierto sentido, le agradaba a Elliot. “Ojalá así comience a entablar relaciones más provechosas… Que no sólo lo acompañen durante un rato”, pensó, mientras observaba a Chris hablar con la madre de Daniel y darle algunos consejos. La mujer estaba anotando lo que podía en el móvil, moviendo los dedos con lentitud.

 

—Perdone, no se me da eso de usar estas cosas de la tecnología— comentó la mujer al tiempo en que negaba levemente con la cabeza, sin despegar la vista de la pantalla del móvil.

—No se preocupe— sonrió Chris, y siguió platicando con la madre de Daniel.

 

Elliot, por su parte, había puesto su mano en el hombro del joven, el cual observaba con atención a su madre mientras escuchaba lo que decía Chris; vestía unos jeans y una playera de Resident Evil.

 

—¿Te gustan los videojuegos de terror?— preguntó Elliot a Daniel, quien se limitó a asentir brevemente con la cabeza —A mí no me gustan mucho, pero ése es de los pocos que he jugado. Ahora todo se ha de ver genial con sus consolas de última generación…

—La verdad es que mi madre me deja jugar un poco, pero siempre y cuando termine mis deberes en la casa. Antes no me dejaba, decía que mi cerebro se iba a pudrir, pero luego vio en las noticias un estudio sobre la coordinación ojo-mano y me dejó, un poco— Daniel se encogió de hombros.

—He escuchado que hacen esos estudios porque los dueños de las industrias de videojuegos les pagan cada que bajan sus ventas— ambos rieron, pero Elliot prosiguió —, yo no creo en eso, pero creo que es peor creer que lo que pasa en los videojuegos puede ser real.

—¿No crees en los zombies?— preguntó Daniel, poniendo cara de asombro.

—No, no creo en eso— negó Elliot, cruzando ambos brazos — ¿Cuerpos que regresan de la muerte? De donde vengo abundan las superticiones, pero soy de los pocos no creyentes.

—Bueno, yo sólo digo que hasta no ver, no creer— Daniel sonrió —, y puede ser que los zombies no existan, pero podrían, algún día, no lo sé, ¿no?

 

Elliot estaba a punto de responderle a Daniel, cuando su madre guardó su celular y tomó su mano; Chris estaba parado, en silencio, observando a Elliot.

 

—Bueno, nos pondremos en contacto— comentó la mujer —, debo arreglar algunos asuntos y dejar ciertas cosas listas para la partida. Les agradezco a ambos considerar a Daniel y tener estas opciones abiertas para que no se vaya solo— la mujer miró a su hijo y volvió a ver a Elliot, luego a Chris —. No los distraigo más, además…— volvió a ver a Daniel — Tenemos una maleta qué comprar.

—Desde luego, señora, un gusto— Elliot extendió su mano para despedirse de la mujer.

—Lo que necesite, puede contactarnos— agregó Chris, recibiendo una sonrisa como respuesta —. ¡Hasta luego, campeón!

—Adiós, nos vemos— dijo Daniel, siguiendo los pasos de su madre de regreso al automóvil.

 

Elliot guiñó un ojo, justo antes de que Daniel girase su cuerpo, y sonrió. Luego volvió a ver a Chris.

 

—Tenemos todo listo, entonces.

—Y que lo digas, hermano— Chris comenzó a caminar hacia dentro del local, seguido por Elliot. Justo antes de entrar, volvió a verlo y comentó —. Creo que me tomaré un día libre, antes del evento, ¿qué dices?

—Yo sólo sé que tengo que comunicarme con Jacq— respondió Elliot.

—¿Ya le has dicho o tienes otros planes?— Chris fijó la mirada en Elliot, sonriendo de manera pícara.

—No he hecho nada, hombre. Por ahora vamos adentro, ya resolveré eso solo— Elliot tomó el hombro de Chris y lo empujó hacia adentro del local, esperando así cesar la charla con él y evitar el tema de Jacq.

 

No deseaba darle más detalles sobre ella, sobre todo porque de verdad quería pasar el tiempo a su lado; ahora que estaba bien, se planteaba incluso sorpresas cada que la veía, pero era un poco nuevo en esto de las relaciones y no confiaba en la única persona que conocía desde hacía varios años; Chris no tenía la culpa, pero Elliot dudaba de sus métodos y comportamientos hacia las mujeres, así que pensaba buscar otras opciones… Tal vez Landon podría ayudarle en ese aspecto. Había llamado a su móvil más temprano, pero no había sido Landon quien había contestado, y tampoco Jacq. “Más tarde le regresará la llamada”, el timbre de voz femenino todavía resonaba en su cabeza.

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