Las queremos vivas…vivas y sensatas por Pollo Muñoz

Antes de escribir lo que pienso acerca de los asesinatos de mujeres en nuestro país, quiero dejar dos cosas claras: la primera es que nada justifica la perdida de una vida, creo que nadie debería morir de manera trágica y violenta, y que dicho acto quede impune; la segunda, es que yo también tengo madre, hermanas, sobrinas, hermano, sobrinos y padre. No hay palabras para describir el dolor que sentiría si algún sujeto acabara con la vida de cualquiera de ellos, y que lo hiciera con la misma tranquilidad con la que va a la tienda a comprar cigarros.

Todo México conoce el contexto y la versión de las autoridades acerca del asesinato de la joven Mara Castilla, y sin importar los pormenores del suceso, no dejamos de pensar en que Mara no debió morir. En un mundo ideal, las mujeres deberían poder caminar solas por la calle a altas horas de la noche, semidesnudas si así lo desean, o incluso alcoholizadas, sin que eso represente un riesgo a su integridad… Pero estamos en México, un país con un machismo profundamente arraigado, con actos de violencia similares a los de un lugar en guerra, y niveles de impunidad y corrupción que dan escalofríos.

La culpa no es de Mara, pero tampoco lo es de la empresa Cabify o del gobierno, al menos no de una manera absoluta. La culpa es de quien perpetró el terrible asesinato; sin embargo, la responsabilidad, en cierto grado, es de todos, de nosotros como sociedad, así como de las personas que la acompañaban ese día y le permitieron marcharse sola y alcoholizada. Somos responsables por tolerar conductas que atentan y ponen en riesgo la vida de las personas, por normalizar la violencia, pero nada más; el pretender que las autoridades o empresas pueden anticipar una conducta violenta de un individuo, es pura ciencia ficción.

Cuando somos niños, nuestros padres nos inculcan un principio básico de supervivencia: “no hables con extraños”, esas 4 palabras mágicas han salvado más vidas que cualquier ley o tipo penal inventado. Es como negar el hecho de que, aunque tú no manejes alcoholizado, salir de madrugada incrementa las posibilidades de que en algún crucero una persona con avanzado estado de ebriedad se pase un semáforo en rojo. Es algo que no debería suceder y aunque existan alcoholímetros, hay personas que actúan de manera irresponsable y es imposible evitarlo. 

Coexistimos con millones de personas y personalidades, es por ello que, esperar que todos tengan un comportamiento adecuado y respetuoso de los demás, es irrisorio. La teoría y la religión nos dicen que debemos actuar debuena fe y esperar lo mismo de los otros; yo creo que nuestro entorno nos debe obligar a pensar que no hay que confiar en nadie ¿o acaso hay alguien que deje la puerta de su casa abierta en las noches?

El instinto de supervivencia es la clave de nuestra integridad; sin embargo, seguimos pensando que reunirnos en un lugar con una persona que conocimos mediante una aplicación de citas es una buena idea. Hemos perdido la noción de lo que por sentido común no debemos hacer para mantenernos a salvo: desde mirar a ambos sentidos antes de cruzar una avenida, hasta embriagarnos como si no hubiera mañana, pensando ingenuamente que un chofer nos llevará hasta nuestra habitación, nos cobijará y nos apagará la luz con un cálido beso en la mejilla. 

Asumo la responsabilidad de cualquier interpretación que se le pueda dar a mis palabras, estoy acostumbrado a que me acusen de ser “micromachista”, pero estoy seguro de que hago más alertando a mis amigas y familiares, recordándoles el peligro de andar en las calles, antes que promover un hashtag en redes sociales criminalizando a los hombres y diciéndoles a las mujeres que, en un acto de rebeldía cívica, hagan algo temerario para demostrar que no tienen miedo. De hecho, Mara escribió en su cuenta de Twitter “Si me matan es porque me gustaba salir de noche” y en efecto, así pasó. 

Este es un país peligroso, y en especial para las mujeres, coincido en lo demencial y pesimista de la frase que acabo de escribir, y de verdad creo que es muy triste aceptar que ellas viven en un riesgo constante, pero los cambios culturales no se dan de un día para otro. Aunque no lo parezca, mi intención no es hacer una sentencia fatal, confío y espero quelas cosas puedan cambiar, pero mientras eso pasa, debemos reconocer todos los factores de riesgo de nuestro entorno.

Quienes les decimos a las mujeres que los hombres no somos sus enemigos y que no tiene nada de malo aceptar nuestra ayuda o compañía, no queremos expresar superioridad; lo decimos porque nuestra condición fisiológica nos permite inhibir agresiones de alguien que posee una complexión similar a la nuestra, y aun así no siempre es suficiente. Ser mujer y admitir que son vulnerables respecto a la fuerza de los varones, no es motivo de vergüenza, y tampoco es una idea que las haga sumisas, se trata de sentido común. 

Andar sola, alcoholizada y a altas horas de la noche en la calle es peligroso, Mara lo sabía, lo ignoró y desafortunadamente hoy todos lamentamos su perdida. A pesar de conocer todos los riesgos posibles, decidió ejercer su libertad, la que todas las mujeres deberían tener; sin embargo, su verdugo actuó justo como lo hacen cientos de delincuentes que aún están en las calles. Creo que es preferible una mujer viva, sin que esto signifique que debamos estar conformes y cruzarnos de brazos, antes que seguir acumulando muertas y “empoderadas”.

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