DOMINIO DEL NEGRO
De noche, cerca del fuego,
los colores de los arbustos
y de las hojas caídas,
repitiéndose a sí mismos,
giraron en la habitación,
como las hojas mismas
giran en el viento.
Sí: pero el color de los pesados abetos
vino a trancos.
Y recordé el llanto de los pavos reales.
Los colores de sus colas
eran como el de las hojas mismas
girando en el viento,
en el viento del crepúsculo.
Barrieron toda la habitación,
justo como vuelan desde las ramas de los abetos
y caen al suelo.
Los escuché llorar –a los pavorreales.
¿Era ese un llanto contra el crepúsculo
o contra las hojas mismas
girando en el viento,
girando como las flamas
giraron en el fuego,
alto y ruidoso como los abetos
llenos del llanto de los pavorreales?
Por la ventana,
vi cómo, afuera, los planetas se reunían
como las hojas mismas
girando en el viento.
Vi cómo la noche llegó,
dando trancos como el color de los pesados abetos.
Sentí miedo.
Y recordé el llanto de los pavorreales.
TÉ
Cuando los colomos en el parque
se marchitaban por la helada,
y las hojas en los senderos
corrían como ratas,
la luz de tu lámpara cayó
sobre almohadones brillantes
de tonos marinos y matices celestes
como sombrillas en Java.
TATUAJE
La luz es como una araña.
Se arrastra sobre el agua.
Se arrastra sobre los bordes de la nieve.
Se arrastra bajo tus párpados
y esparce sus redes allí:
sus dos redes.
Las redes de tus ojos
están pegadas
a la carne y los huesos tuyos
como a vigas o hierba.
Hay filamentos de tus ojos
en la superficie del agua
y en los bordes de la nieve.