¿Cuántos somos en Querétaro? ¿Podemos ser más? ¿Era mejor la ciudad cuando éramos menos? ¿Son mejores los que nacieron aquí? ¿Más civilizados, menos violentos? ¿Existe todavía la ciudad que nos cuentan? ¿Existe todavía el país que nos contamos?
¿Qué es Querétaro? ¿Es sólo un lugar? ¿Es una idea? ¿Es un mundo pequeñito? ¿Es Periférico Norte? ¿Es un cruce de caminos? ¿Es un paraíso? ¿Es un infierno que nos ocultan las autoridades? ¿Es el Centro Histórico y las colonias “de siempre” o es un mapa que incluye un submundo de casas que aún no son habitadas? ¿Es el refugio de los narcos y sus familias? ¿Es una ciudad-pueblo, o un pueblo-ciudad, o una ciudad que quiere olvidar que hasta hace unos años no tenía ni Liverpool ni Chili’s ni robos a mano armada ni dolor?
¿Qué tan felices somos los queretanos? ¿Cómo se mide la felicidad de los queretanos? ¿En plazas nuevas que se anuncian como la más grande de Latinoamérica? ¿En franquicias extranjeras de comida? ¿En nuestro altísimo ingreso per cápita? ¿En nuestra gran estima por la moral y las buenas costumbres? ¿En las sucursales de universidades reconocidas? ¿En los adoquines de nuestras calles, la iluminación de nuestros monumentos patrimonio a la humanidad o los policías vestidos de shorts? ¿En los edificios altos —casi tan altos como los de la capital— que empiezan a construirse? ¿En los puentes y distribuidores viales y un número de coches que enorgullece a las empresas automovilísticas? ¿En los conciertos internacionales? ¿En los festivales de cerveza y los tacos que abren hasta las 5 de la mañana, aunque se cuenten con los dedos de una mano?
¿Cuántos equipos de futbol necesitamos para ser felices? ¿Cuántos campeonatos para sentirnos orgullosos? ¿Cuántas Alamedas necesitamos remodelar? ¿Cuántas marchas en favor de una sola idea de familia tenemos que organizar? ¿Cuántos proyectos urbanísticos cancelados? ¿Cuántos nuevos desarrollos residenciales? ¿Cuántos intentos de mejorar el transporte público? ¿Cuántos reconocimientos para el mejor alcalde del país? ¿Cuántas hamburguesas aguacatosas, burritos que se llaman gusanos, cenadurías tradicionales y platillos típicos que nunca fueron típicos? ¿Cuántos eventos culturales gratuitos para ser felices? ¿Cuántas avenidas y cuántas promesas políticas y cuántos negocios nuevos y cuántas naves industriales y cuántas iglesias y cuántos museos y teatros y bibliotecas y ciclopistas y cuántos planes a futuro para ser felices?
¿Cuántos turistas necesita una ciudad para ser exitosa?
¿En qué descansa la imagen de una ciudad? ¿Cuánto debemos ocultarle a los turistas? ¿Qué tanto debemos olvidar para sentirnos en paz? ¿Cuántos gobiernos corruptos? ¿Cuántas obras atrasadas o canceladas o malversadas o mal hechas? ¿Cuántos periódicos comprados? ¿Cuántos puestos políticos ofrecidos a cambio de favores? ¿Cuáles cifras oficiales? ¿Cuántos coches robados? ¿Cuántas mujeres acosadas, violadas o desaparecidas?
¿Cuántas obras contra las lluvias tenemos que confiarles a los gobiernos para que pueda llover más que un poquito y no nademos por Zaragoza? ¿Cuántos nacimientos en el Jardín Zenea nos harán sentir mejor? ¿Cuántos comentarios en redes sociales harán que la gente de otros lados deje de ensuciar nuestra ciudad y se vuelva pa’ la suya? ¿Cuántas veces tendremos que susurrar “naco” para que la ciudad sea próspera? ¿Cuántos cláxones para que la gente deje sus coches y la ciudad vuelva a ser la misma de antes? ¿Cuántos “¡Ánimo!” necesitamos que nos griten del otro lado de la calle para que nos haga sentido sonreírle al otro? ¿Cuántas noticias horribles para que exijamos algo de los que gobiernan?
¿Quiénes somos los queretanos? ¿Cómo llegamos aquí? ¿Por nacimiento, por accidente, por decisión? ¿Por qué, entre tantos lugares, vivimos en éste? ¿Qué es Querétaro? ¿Y por qué creemos que Querétaro es sólo uno y no tantos como lo habitamos?
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Juan Carlos Franco es escritor, director de escena y periodista.
Actualmente es becario de la Fundación para las Letras Mexicanas.
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