Pláticas y reflexiones en la madrugada por Laura Angélica Briseño

¿Sabes algo?..

Siempre tuviste la razón. Desde que tengo memoria siempre has tenido la razón, muchas veces lo intenté negar, pero ahora puedo ver lo tonto que ha sido eso.

Tienes razón, lo que estudio es una tontería, no sirve para nada y habría sido mejor que estudiara docencia a que me fuera a otra ciudad en busca de algo inservible; es verdad que ni siquiera hay un reto mayor en este lugar que leer más de 200 páginas en una noche, cualquiera lo hace y también cualquiera hace un reporte, comentario, columna o lo que sea que tenga que escribir.

Tienes razón, lo que estudio ni siquiera tiene una utilidad en la sociedad. Me dijiste: “¿Para qué lo estudias si vas a terminar de maestra?”, es verdad, es a lo que probablemente me dedique a hacer en el tiempo que busque algo más. Hoy me di cuenta que ni siquiera yo sé cuál es la utilidad de lo que estudio, ¿ver la vida de un modo diferente?, ¿ser más sensible con respecto al mundo que me rodea?, ¿comprender lo que alguien quiso decir en un momento de inspiración? Hasta una de mis maestras lo dijeron: “La literatura es una ficción.” ¿De qué puedes trabajar si estudias algo que no es realidad?

Tienes razón, todo este tiempo he sido una idiota inmadura; siempre estuviste conmigo e intentaste enseñarme muchas cosas, algunas las aprendí, pero otras las pasé por alto. Me diste consejos que no te pedí pero que necesitaba y aun así te culpé de las malas decisiones que tomé. Te culpé de mi depresión aunque en realidad no fue tu culpa; te acusé de dejarme sola pero eso nunca fue verdad, siempre estuviste ahí, a veces oculto como una sombra, pero nunca dejaste de estar.

Hoy me hablaste como nunca lo habías hecho, dijiste que habías hecho pendejadas, que a veces te llevaba la chingada, que no te tragaste tu orgullo y por ello cometiste el mayor error de tu vida; fuiste más que sincero, como pocas veces sueles serlo, lloraste en frente mío y puedo decir que esta es la segunda vez que lo has hecho. No te lo recrimino, necesitaba que me dieras esa bofetada verbal para entender muchas cosas. Ahora sé que no te gusta que me vaya porque estás perdiendo a tu pequeña, porque a donde voy no puedes ir y por ende no puedes protegerme, sostener mis lágrimas o simplemente hacerme un licuado. Ahora entiendo por qué te molestó que ese viernes llegara tarde, porque estabas de vacaciones, porque querías aprovechar ese tiempo para estar con nosotros y yo, como la maldita ingrata que soy, llegué tarde pero no te importó y fuiste a recogerme a la central.

Esa vez no fui sincera contigo, le conté a mamá lo que pasó pero no te lo comenté a ti; tal vez si te hubiese contado la historia no me hubieses reclamado, pero eso ya no importa, de igual forma fuiste a dejarme en la casa en donde estoy viviendo y todavía me diste el lujo de pasar unos momentos contigo jugando en un pasillo de la Comercial con una espada de espuma y un sombrero de plástico.

Ahora es cuando comprendo que te estoy lastimando, que soy grosera contigo, que soy malagradecida, ¿cuántas veces has estado al pendiente de mí, cuidando que nada me pasara, para que yo te acusara de que me asfixiabas?

Nunca fuiste grosero conmigo, incluso la vez que ignoraste lo que te decía no me importó y me dije: “No hay problema, está muy estresado como para ponerse a pensar en literatura”. Mi mamá te reclamó pero yo no quería que lo hiciera, total ¿qué más daba que solo por ese momento no me escucharas? Y de igual forma no le dije algo a mamá, tal vez porque no quería iniciar una pelea o porque simplemente no me importó.

Siempre fuiste y eres un hombre bueno, uno de los mejores que haya conocido, me apoyas aunque no te guste en donde estoy, te preocupas porque nada me falte e incluso me das más de lo que es necesario, me enseñas cosas que en realidad importan, me das todo tu amor, tu cariño, tu protección y yo no respondo como debería.

Te hago daño, te ignoro, te culpo de mis errores y hasta te hago sentir como un fracaso cuando en realidad yo soy el fracaso, no por lo que tú hayas hecho sino por lo que yo he elegido. Hoy me lo dijiste y hoy lo comprendí. Sí, me enfrenté cara a cara con el monstruo que soy, con la terrible decepción en la que me he convertido; me enfrenté a la verdad de mi persona, a lo que significa crecer, e incluso entendí lo que es estar lejos, realmente lejos, de todos aquellos a quienes amas. Lloré, como siempre lo hago pero, a diferencia de otras veces, no estoy molesta sino todo lo contrario, de alguna forma me siento liberada.

Ahora solo puedo seguir adelante y seguir tus consejos. Te quiero papá y lamento haberte juzgado mal.

Historia Anterior

Kind of blue por Emilio Torres

Siguiente Historia

Reclamo manifiesto (disclaimer) por Lorena Galván