(Versión de Aleqs Garrigóz)
La poesía de la tierra nunca muere:
cuando todos los pájaros están debilitados por el ardiente sol
y se esconden en refrescantes árboles, una voz correrá
de arbusto a arbusto sobre la dulzura recién segada.
Es el saltamontes. Quien toma la iniciativa
en el lujo del verano, y nunca termina
con sus goces; pues cuando está exhausto de la diversión
descansa a gusto bajo alguna agradable hierba.
La poesía de la tierra no cesará nunca:
en la solitaria noche de invierno, cuando la helada
ha forjado un silencio, desde la estufa chilla
su canción el grillo, creciendo en calor.
Y le parece a uno, en somnolencia medio perdido,
que es aún el saltamontes entre las verdes colinas.