Píldora roja, 3 Poemas Por Abel Pérez Rojas

 

HEREJES EN EL EDÉN

 

Canto a cubierto,

entre iguales comparto,

ingiero sus emanaciones,

imagino al mismo ritmo,

disfruto cada instante,

poco a poco fraternizamos.

Afuera el ruido,

sonidos que aturden,

prisa de lo corriente,

ansia de llegar al cubil:

a vaciar la angustia,

a olvidar el nombre,

a perderse en las sombras.

Epicentro en aumento,

exhalación de sudor y júbilo,

amor por el progreso,

es altar del saber,

paraíso de la palabra;

con oradores de ambos sexos,

liberándose por el habla,

chispas que brotan me dicen:

¡tú perteneces a aquí!

aquí donde Lisias y Demóstenes conviven,

aquí donde logógrafos y oradores pactan,

aquí donde el debate no se huye,

pero se sostiene a cal y canto,

¡aquí! ¡aquí! ¡aquí y ahora!

donde las cúpulas son bóvedas celestes

donde las mariposas tienen ojos

y los murciélagos preñan flores,

aquí en tierra de sabios

de dioses descalzos y vírgenes fértiles

aquí donde la palabra se retuerce en albur

y exudamos poemas,

aquí ser orfebre de la palabra no es fácil

porque todos tienen talento,

potencial que se mama de una a tres

que se paga con centavos

porque es tanto el talento que no se valora,

se regatea,

trueque de miel por pulque y manteca;

aquí es territorio de Nanahuatzin,

son las demarcaciones del verbo hecho carne,

misterio que se mezcla con lo corriente,

con el fluir de todos los días…

con el venaje de la bendita vida.

 

 

GENIO EN EL CAMPOSANTO

 

Para: Ixchel.

 

En el cementerio de los acordes

está la rotonda de las obras maestras,

piezas que no vieron la luz a pesar del primor

de aquella tea que no perdió el anonimato.

En este camposanto se escuchan lamentos,

cantos de victoria de las grandes hazañas

y susurros inalcanzables,

vibraciones con el índice prolongado.

Necrópolis musical atiborrada

desgracia de la humanidad tan necesitada,

generaciones urgidas de genios renovados,

de locos de las cuerdas y las teclas.

Paladín o heroína del más allá:

en el venaje púrpura y la materia gris,

bajo tu abundante melena,

Prometeo reside para dicha de melómanos

¡Ve!, ¡anda!

¡Corre por los paraísos de la música,

eres la esperanza de los incomprendidos!

¡Dale luz a las frecuencias desconocidas!

¡Sorpréndenos con la polifonía que grita por salir!

Escuchen sonidos mortinatos:

¡Guido D'Arezzo les envidiará!

el ser que os liberará ha llegado;

el amor no me ciega,

ya veo su andar

¡Estén prestos… del sepulcro ella los sacará!

 

 

CONVICCIÓN DE CONVICTO

 

Me declaro culpable de liberarme,

de tratar de hablar con las nubes,

de exhibirme tal como soy,

de aceptar mis equivocaciones a medias.

Me declaro culpable de buscar la verdad,

de rodearme de amantes del saber,

de druidesas exploradoras de la mater,

de caer en espejismos y disfrutarlos.

Me declaro culpable de buscar el placer,

de incorporarlo a mi vida diaria,

de convertir en ello lo que da mi sustento;

de atar placer con egoísmo.

Me declaro culpable de abandonar el camino del "bien",

de no seguir los consejos de los ministros,

de no leer sin cuestionar,

de ser hereje en tiempos de guerra.

Me declaro culpable de ser sensible a la belleza,

de los voluptuosos cuerpos,

de las bebidas artesanales,

de las madrugadas fértiles.

Me declaro culpable de querer ver el futuro,

de presagiar la destrucción y el resurgimiento,

de anticipar la rebelión de los invisibles,

de ver mi tumba borrada por el tiempo.

Me declaro culpable de desatar mil tornados,

de pervertir a la juventud con mi poesía,

de traer al arco iris a mis versos,

de infectar la red de provocaciones.

Me declaro culpable de declararme culpable,

de atreverme a enjuiciarme,

de no ser más severo en la autocrítica,

de buscar la expiación antes de tiempo.

 

Me declaro culpable de todo:

¡que sólo el tiempo me absuelva!

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