Busco el perdón del árbol
y un rincón bajo su copa
donde Dios no me vea.
La tarde duerme su siesta
entre pájaros
entre flores pequeñas,
entre caminos de hormigas…
Las distancias se acercan
en el hueco ladrido de un perro
y bailan entre las horas del campo
las almas que se pierden
por los huecos enormes
de la casa abandonada.
La tarde se enlaza en el rojo
enamorado del viento
y hay un beso que todavía no existe
que se va
y que repta
entre los espejos estrellados
que vienen de la noche.