Pequeñas muñecas de tinta y hadas con alas que apuntan al suelo, criaturas que no terminan de formarse entre la vida y la muerte; una inocencia corrompida que puede penetrar la oscuridad propia y que sirve de reflejo para nuestra naturaleza terrible: esas son algunas de las criaturas que habitan en la piel y el papel donde Mio Im deposita sus creaciones. Esta artista de origen coreano crea una cruza de reinos: seres sin boca, con los ojos ocultos, de extremidades intercambiables. Elementos mitológicos y simbólicos invaden ese mundo, todo por mostrar la indefinición que atraviesan estos seres de tremenda semejanza con nosotros mismos.
A Mio Im podríamos pensarla como hija de nuestra época, pues revela en sus dibujos el retrato acertado de una juventud confundida, rendida a un tiempo donde los individuos diferentes siguen solos a pesar de que ahora los monstruos puedan caminar libres por la calle. En Instagram se encuentra un catálogo increíblemente extenso de sus dibujos, lo que te permite conocer los elementos más recurrentes de su estética. Lo macabro y un silencio melancólico lo invade todo, pero a su vez los dibujos muestran con igual intensidad y frecuencia el alma de esos seres diferentes, la belleza, la virtud y la fuerza con la que enfrentan el dolor y la soledad.
Hay serpientes que se enredan en brazos y piernas, que a veces muerden su cola, otras se presentan con dos cabezas que se bifurcan. Las flores no faltan tampoco, la más significativa, quizás es la peonia, por ser menos común al lado otras flores que aparecen con frecuencia como la rosa o incluso el cerezo japonés. De las peonias, símbolo de inmortalidad, surgen ojos que miran con atención al vacío. El significado de la serpiente es amplio y variable, pero puede relacionarse con el ciclo de la vida, la creación y la destrucción; con el conocimiento; así como con el pecado. Pero sobretodo la serpiente es flexible, se adapta a la circunstancia.
¿Son seres perversos los que Mio captura? Claro, desde nuestra mirada acusadora lo perverso y lo macabro están presentes. La falta de ojos, de boca o el entero ocultamiento de los rasgos faciales humanos nos permiten intuir lo terrible, imaginar los más oscuros secretos. Por ello es que resaltan esas miradas sorpresivas que aparecen de vez en cuando entre sus trabajos, porque en ellas no hay culpa, los personajes no se saben perversos ni presienten un pecado en sus acciones o su existencia, la mirada nos acusa a nosotros espectadores, de haber imaginado, de haber visto la perversión donde hay una naturaleza inocente, tan inocente que nos parece aterradora.