Esquinas de lo que veo, cuando veo a otra persona Por Melbritte

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Mi madre es analista.

Cuando sus microscopios se vuelven ojos,

expande su vista y observa el interior de las personas

cara a cara con las células.

Ha trabajado algunos años;

le agrada lo que hace.

Su pluma llena papeletas

de buenas y malas noticias.

Escribe el destino que mira en la gente.

 

Aquí un portaobjetos se disfraza

de cartas de tarot.

 

Mi madre ve esto

y lo copia en un archivo;

regresa a la casa y nos abraza.

Ayer me trajo helado de zarzamora con queso

y fue a comprar faldas con mi hermana.

Mi madre es analista.

 

Mi madre ve el borde de la muerte

                                               de otras personas.

            Símbolos escondidos

            entre los ribosomas.

Siempre conserva la fuerza

para querernos bonito.

Siempre se ve tan bonita.

 

Pero al mismo tiempo

ella ha puesto su mirada sobre

            partes en humanos que

ni cónyuges han visto.

 

Ella sabe tanto de sus vidas

como yo de lo que siente

y no quiero saber

ni escuchar sus pensamientos

porque

no me hará sentir lo que ella siente.

 

Es posible que detrás de la puerta de su cuarto

mis padres se consuelen antes de dormir

y mi padre escuche tanto hasta la madrugada

que sin nada qué decir quede callado.

 

¿Puede él entenderla al mirarla?

¿Piensa en ella durante su trabajo?

 

La mirada sobre mi mamá

es la misma que ella inclina

hacia personas desconocidas.

 

Esos desconocidos no recibirán

                                   consuelo de mi familia.

No recibirán aplausos.

                                   Ellos tienen sus problemas

                        y rutinas

            y sus bailes de primaria.

 

La confianza se guarda en un puñado de personas.

 

 

 

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