De las frases de ex titulares del Fondo de Cultura Económica que más destacan, rememoró la de Arnaldo Orfila Reynal: “Solo ante los libros que se contradicen, el lector crece en libertad”. Es el pensamiento liberal que se espera de quien tuvo en sus manos uno de los entes público más importantes de acceso popular a la cultura impresa de calidad, incluso a nivel internacional. Tal pensamiento le costó a Arnaldo su despido y persecución por Díaz Ordaz, sólo por publicar el libro “Los hijos de Sánchez” de Oscar Lewis.
Paco Ignacio Taibo II, en un mínimo de normalidad democrática debería pedir una disculpa por su desplante de fanfarronería falocéntrica reciente, no lo hizo; en democracias más aguzadas le hubiera valido la declinación anticipada al cargo que aspira, tampoco lo hará; a pesar de que no lo haga y asuma el cargo de director de FCE que ya hace en sus manos, seguramente su desempeño en el ejercicio de éste será el más observado y seguido de los últimos cinco sexenios, él mismo se acaba de magnificar el reto con sus desplantes, todos estaremos atentos a su desempeño.
El Fondo de Cultura Económica FCE, surgió como un ente promotor y traductor de textos específicos para la formación en materia de economía. Tras la consolidación de las estructuras post revolucionarias, el General Lázaro Cárdenas y los intelectuales de izquierda del exilio español se percataron que en la construcción del proyecto nacional existía, de entre todos los obstáculos, uno muy sencillo pero problemático, la carencia de perfiles, textos, investigación y acceso a documentos especializados en materia de economía y más concreto economía política. La primer finalidad al crearse el Fondo, fue precisamente satisfacer dicha demanda para la formación de profesionales mexicanos.
Logrado el objetivo de hacer accesible el conocimiento de la ciencia económica para la formación de profesionales mexicanos, fue Jesús Silva Herzog quien dio un segundo impulso al FCE, transformándolo en un ente de publicación y edición de calidad que hiciera asequible la cultura literaria e impresa nacional, iberoamericana y universal a todos los integrantes de la sociedad mexicana, con especial énfasis a los sectores populares. Dicha consigna fue el eje rector del FCE durante casi toda su existencia, Silva Herzog dejo clara dicha visión en su obra “El pensamiento socialista, esquema histórico”:
“… La ciudadanía de una persona es la posibilidad que ésta tiene de controlar su destino dentro de una comunidad. En la pobreza extrema, la ciudadanía no es más que un espejismo. El ejercicio pleno de la ciudadanía es posible sólo para individuos que disfrutan de cierta seguridad material y que tienen acceso a la educación y a la información. En la precariedad social, la ciudadanía se desbarata… Desde que era joven se me metió México en la carne, en la sangre y en los huesos; …me metí dentro de la patria… entre los fines más nobles de ésta, se encuentra hacer accesible la cultura a sus hijos… especialmente entre los desfavorecidos con talento en ciernes… todo aquél que recluta las inteligencias humanas adquiere un poder superior al de la espada y al del cetro… ”
Quienes nos hemos involucrado en iniciativas sociales de formación y educación comunitaria, contando entre diversas herramientas, con la aproximación de la cultura escrita, conocemos el poder reivindicador que una idea progresista tiene sobre el ejercicio de la ciudadanía plena, con las consecuentes mejoras en la calidad de vida de la persona alcanzada; de esto somos testigos vivos quienes provenimos de familias de clase trabajadora o pobres que tuvimos acceso a la educación superior de calidad, misma calidad que los textos y traducciones del FCE han procurado y deberían procurar.
La tradición de acceso popular a la cultura impresa se mantuvo como eje rector de la política pública cultural de México, a través del FCE, hasta mediados de los años ochenta, siendo titulares de dicho organismo connotadas personalidades del mundo intelectual, quienes en no muchas ocasiones no fueron afines ideológica y políticamente al régimen de turno.
Fue bajo el sexenio de Carlos Salinas de Gortari y bajo la dirección del FCE de Miguel de la Madrid Hurtado, que este ente público eliminó su función divulgadora de la cultura a diversos sectores de la sociedad, bajo la premisa de hacer competitiva la paraestatal con un esquema más comercial; los subsiguientes directores continuaron el enfoque. Desde entonces se han privilegiado contratos y subrogaciones a editoriales e impresores privados afines a sus directivos en turno, así destacan sendos contratos con empresas y marcas como Tusquets, Mortiz, Clío, el Universal y Letras Libres, entre otros, cuya calidad no se desmerece pero evidentemente su disponibilidad es distinta.
En lo personal, considero patente que actualmente el Fondo de Cultura Económica si bien es una editorial de calidad y consolidada en el país, como organismo público de acceso a la cultura, dejó de lado la tarea de acercar sus contenidos a diversos sectores sociales del país, basta asistir a una presentación editorial en alguna de las librerías de dicho fondo, para darse cuenta que el perfil de quienes accedemos y adquirimos dichos contenidos no es precisamente el de las personas jóvenes en proceso formativo de las academias del país, especialmente de las escuelas públicas, mucho menos de sectores sociales populares; no es posible ni justificable que un ente que ejerce presupuesto público excluya, por regla de mercado, dicha posibilidad. Hay editoriales privadas actualmente, como la marca “De Bolsillo”, que cumplen con mayor claridad esta función aún desde el mercado.
Volviendo a Taibo II, su trayectoria como escritor destaca en sendas publicaciones de novelas históricas, cuentos, reportajes, ensayos y crónicas; lo mismo es comprobable su compromiso en la creación de iniciativas ciudadanas y sociales de fomento y acceso a la lectura, festivales de cine y teatro, con enfoque universitario y dirigidas a diversas comunidades del país; algunos proyectos han sido subvencionados incluso con recursos propios de sus publicaciones, como lo es el festival literario de la semana negra, sus constantes giras en provincia con dicho fin son recurrentes en un país habido de la descentralización del acceso a las letras. Su perfil encuadra seguramente en el proyecto del nuevo gobierno, cuyo programa cultural votamos también algunos, consistente en recuperar la finalidad del FCE como ente promotor de acceso a la cultura impresa para todos los sectores sociales. Vulgarizando, puedo decir que necesitamos un chingo de libros y cultura de calidad asequibles en el país.
Taibo II erra en las formas y en las visiones que proyecta, no puede encabezar un organismo de acceso a la cultura para todos los ciudadanos del país bajo una perspectiva revanchista, su llegada a dicho órgano seguramente tiene el enfoque anteriormente mencionado, pero su triunfalismo de mayoría, lo ha hecho ver la misma como una reivindicación de un grupo político fraguada a través de su persona.
Tendremos el primer titular de FCE que consolida su llegada bajo una frase machista en contra de sus opositores políticos, “…se las metimos doblada, camarada…” , según su aclaración posterior lo dijo porque tales detractores son “culeros”; entre esta visión y la de Orfila Reynal, prefiero la de Arnaldo, triste arranque.
La fuerza de mayoría lo hará llegar al cargo, el presidente López Obrador, deberá imponer orden de acuerdo a su proyecto cultural de gobierno si no quiere que el FCE siga perdiendo rumbo, ahora bajo una visión de revancha.
Tema aparte la necesaria reforma a Ley Federal de Entidades Paraestatales llevada a cabo, no se sostenía constitucionalmente un requisito discriminador para ser titular de un organismo público en México, el cual hacía diferencia entre mexicanos por nacimiento, por consanguineidad y por naturalización. Taibo II se equivoca también al pensar que dicha reforma fue sólo por él, la soberbia, seguramente diría, apendeja.
Suena el nombre del escritor Pedro Miguel para salir al quite, ¿será?