Soy Rimbaud si quiero,
desaliñadamente bohemio,
paseando mugrientas calles
con las prendas raídas
y el pensamiento corrompido.
Hierve en los puños
la juventud.
Soy Rimbaud,
o Baudelaire
al filo de una copa,
hastiado y cicatrizando
a más de una sola mujer.
Hierve en el pecho
la musa.
Juego a la poética
con mi mejor amiga,
quien dicta
estas hurañas palabras
y escupe sobre la hoja
que grita
mientras picoteo
la máquina llena de cebo.
Hierve en el cuerpo
el traqueteo.
Mancho mis dedos con puro antaño,
no sé quién ya tecleó aquí;
mi bisabuelo,
un arruinado extraño
o un antepasado.
Con suerte
un poeta maldito que maldijo
las teclas que mis yemas tocan
y ahora soy él,
y quizá no Rimbaud.