Usar cerillos
encender el boiler
como el cigarrillo que robé a mi padre cuando tenía 17.
Usar cerillos
recordar el cuento de Andersen en el que una niña muere en invierno
como las ganas de ser bueno y las de no fumar
que se quedaron en el parque en el que ya no se juega
Ni tú
Ni tú cabeza
Ni la bicicleta que ahora tiene las llantas llenas de agujeros.
Usar cerillos
para hacer fideos ya empaquetados
como el ansiolítico del Abuelo que enfermó de enfisema
por esperar a que sonara el timbre
y que viniera nadie.
Meterse a bañar
aspirar la pipa de paz con nuestras historias de muerte.