Existe un lugar en mi ciudad donde acostumbraba estar. Son unos bellos jardines de un asombroso templo estilo neogótico; un lugar apacible y también bastante inspirador. Me gustaba escribir la mayor parte de mis cosas en ese lugar o simplemente lo ocupaba para descansar cuando tenía momentos de pesar.
Menciono esto ya que después de un interesante viernes en donde de forma espontánea conocí a una persona, varias ideas pasaron por mi mente, decidiendo escribir en dichas jardineras aquello que ni mi mente aún era capaz de comprender, y que yo llamé “Turistas en el paraíso”.
Aún puedo respirar el delicioso aroma a orquídeas que tu presencia irradiaba, haciendo casi imposible sacarte de mi mente, escuchar una y otra vez la canción que ambientaba y que dio una exquisita atmósfera a nuestro bello momento. Saborear ese rico café, cuyo ingrediente principal fue la conversación que entablamos sobre cómo, inclusive antes de conocernos, nos defendíamos cuando alguien se atrevía a hablar mal de nosotros.
El sentido del humor, la armonía, la naturalidad… nada salió mal, pero lo mejor de todo, lo que sin duda no puedo borrar de aquel momento, es cómo nuestras mentes conectaron esa tarde de viernes, entendiendo la invitación mutua a convertirnos en turistas de nuestros lugares predilectos, viajeros de un paraíso que solo ambos a nuestro estilo podríamos crear, guías espirituales de un camino que tarde o temprano estábamos destinados a emprender.
De la travesía, aún los detalles puedo retener, desde saborear un delicioso helado contemplando la belleza del arte urbano, hasta entrar a un templo fingiendo ser creyentes, no con el afán de ofender el recinto, sino de intentar comprender lo que otros ven.
Cada paso a tu lado solo puede confirmar una cosa: que el mundo no solo está lleno de personas frívolas y despreciables, sino que también puedes encontrar a la belleza misma en persona, la combinación perfecta de aquello que nadie espera, un ser digno de ser plasmado en escritos y en poesías, alguien digno de amar con locura y con fuerza, con determinación y pureza, no tienes ni idea de lo mucho que me sorprendiste esa tarde.
Al caer la noche, tus ojos me decían que esto era recíproco, que tú también habías encontrado a alguien especial, pero te diré una cosa: no soy perfecto aunque busqué cada mañana preparar mi carácter y mi ser para alguien como tú.
Déjame ver lo que tus ojos ven, tu mente es preciosa.
Déjame amarte, tú corazón lo vale.
Déjame ser libre, pero contigo.
REDES:
https://www.youtube.com/channel/UC_EAkUaGFp5FYU3fsKtG7Ew
https://soundcloud.com/scriptmeisteroficial