Naranjas por Enya R. Solis

Estaba leyendo, en las redes sociales, una noticia sobre la robadera de mujeres. Le marqué a mi hermana Casandra para advertirle.

"Sí, se andan robando mujeres de entre 18 a 25 años, ten cuidado, mejor no salgas, invita a tus amigos a tomar a la casa mis papás te dejan, si, mejor ni salgas, solo no salgas sola y ponte viva cada que andes en la calle, sale, te quiero" Termine de fumarme mi cigarro y ya no tenía más.

Eran cerca de las 5 de la tarde cuando de pronto llegó mi marido del trabajo. Mientras comíamos le platicaba lo que había leído. Podía notarle en sus ojos la preocupación. -Ayer, también, se intentaron meter a la casa de a lado, dicen los vecinos que debió ser muy temprano porqué se fueron a dormir como a las 5 de la mañana, pinches ratas, ya no hay horario para chingar gente- Me dijo cuando se dirigía al baño.

-Mañana voy a comprar unas cámaras y a ver que más le pongo a la barda, no vaya a ser la de malas y se quieran meter aquí, es mejor no dejar tentaciones. Sentí miedo, más por mi familia, andan robando carros del estilo del suyo, Dios sabe qué susto le puedan dar o, peor aún, hacerle algo. Me concentré en limpiar la mesa. Había comenzado la escuela hace dos semanas, tenía tarea pendiente.

Al siguiente día Luis, mi esposo, se fue temprano. -Ponte viva, si vas a salir, mejor márcale a tu mamá o a Julia para que te acompañen a dónde tengas que ir, te quiero pinche chamaca- Me dio un beso y se fue.

Mateo lloró por eso de las 11, lo levanté de su cuna y lo traje a la sala para que viera la tele, en lo que le preparaba algo para desayunar. Me faltaba jamón. Le marqué a Julia para ver si estaba en su casa, vivía a dos casas en la acera de enfrente. No me contestó. Ni modo, iba a ir sola a la tienda, no pasaría nada, solo me quedaba a 10 casas.

Puse a Mateo en la carriola, cerré la puerta. Antes de abrir el portón, me fije bien en que nada estuviera sospechoso. Salimos rumbo a la tienda, de paso compré unas naranjas, justo a un lado de la tienda, estaban de oferta.

De regreso a casa note en la esquina una camioneta negra, tenía los vidrios oscuros y parecía estar en marcha.

Aceleré el paso y fingí recibir una llamada, mientras marcaba a la policía, reporté rápidamente la ubicación de la camioneta, mi sospecha y mi preocupación.

Al llegar al portón, la bolsa de las naranjas se rompió. Siete naranjas rodaron frente a mi casa. "Ni de pendeja las voy a recoger" pensé. Me apure a entrar a la cochera y luego a la casa. Me asome por la ventana, con discreción, para ver si seguía la camioneta, ahora estaba más cerca de mi casa. Puse a Mateo en su rebotador, nuevamente me asome por la ventana cuando vi a Julia levantando las naranjas, y al mismo tiempo veía que la camioneta ya estaba enfrente de mi casa, se bajaron dos hombres y en lo que abrí la puerta, ya se la habían llevado.

Veinte minutos después, llego la patrulla.

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