Muñeca de cristal por Iván Alejandro Díaz Acevedo

Fotografía por María Paola Garrido Barrera

 

Ella camina por la calle y me da miedo, me inquieta que se caiga y se rompa en cientos de pedazos, me aterra que un día venga una ventisca y me la desaparezca, me preocupa su seguridad porque el mundo es duro, porque la vida nos quita partes de nuestra alma todos los días y ella se ve tan frágil, se ve tan buena para un mundo tan tenebroso.

Vivo con la angustia de que se enferme de la ambición desenfrenada y de la obsesión con el poder, me da angustia que se transforme en algo distinto, me asusta la idea de que el monstruo de la codicia consuma su corazón cálido.

A veces quisiera guardarla, guardarla en lo profundo de mi pecho, ahí donde guardo las cosas importantes, ahí en mi corazón donde escondo tras una muralla mis buenos recuerdos, mis sueños y mis esperanzas.

Supongo que al final del día el frágil soy yo pues la existencia combina perfectamente con ella, con su riza caprichosa, con su generosidad infinita.

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