Pequeña de piel blanca,
de cabello destellante:
Siempre soñaste con ser comprendida,
con que nadie se alejara de tu lado,
con un cómplice que te acompañara
en aquel estante polvoriento.
Siempre soñaste con el mismo destino,
con veranos que huelen a lluvia,
con noches que se alargan por tres amaneceres.
Muñeca de porcelana,
de rasgos finos,
de mirada encantadora,
pequeña de piel blanca.
Sueño contigo, con tus vestidos,
con tu caricia diurna,
con tu voz.
Te he perdido.
Has decidido enviarme al lago de las desgracias,
que es alimentado por el arroyo de las lágrimas.
Te recuerdo junto a mí con tu cabello destellante,
riendo, abrazando mi espalda,
agradeciendo mis besos.
Muñeca de porcelana,
te imagino viva,
convirtiéndote en una niña de carne y hueso,
con la cara húmeda por el rocío,
con los pómulos sonrojados
iluminados por el sol;
sin memoria,
sin nadie reclamando tu presencia,
sin el acecho de una tortura rozando tus labios,
sin la necesidad de alejarte de quienes dicen que estoy mal.
Te imagino pensando en nosotros,
en nuestras sonrisas,
en tu felicidad.
Pienso en tus cosquillas cuando te desvistes,
en tus yemas acariciando la piel
en tus alucinaciones de mundos perfectos
y en tu fe en la modernidad,
pero sin creer necesariamente en ello.