8:46 P.M.
Había terminado de leer la novela que sostenía en mis manos, María de quién aparentemente me enamoré me prestó uno de sus libros favoritos desde hace 3 semanas, fue productivo haber leído un libro de 432 páginas en tan poco tiempo, bueno según yo. Estaba sentado en una banca del parque en pleno otoño, con la satisfacción de un buen final y una historia envolvente de una trama de amor no correspondido, tan parecida a la engañosa realidad, el tiempo apremiaba mi lectura dejándome soñar un momento con un enfoque diferente hacia la vida, me levanté de la banquita de madera y cuando estuve a punto de iniciar el trayecto hacia mi casa me topé a Rogelio, un amigo de antaño, hace tiempo que no lo veía, ahora estaba un poco más gordo y en sus ojos había un brillo lleno de algo que me inquietaba.
- Armando, ¿Dónde te has metido, cómo estás?- era un tipo de mi estatura pero menos delgado, deduje que tenía la misma edad que yo, alrededor de los 22, le respondí.
- Estaba aquí sentado, terminé de leer este libro.- se lo mostré, él lo tomó como si fuera una baratija, lo ojeó y me lo regresó sin interés alguno.
- ¡Ay amigo!, los libros por lo regular me dan sueño, son aburridos, puede que me equivoque o no, pero a esta edad estamos para otras cosas.
- ¿Cómo qué?- pregunte indiferente.
- Hoy mismo a las 9 habrá una fiesta, y no te preguntaré, ¡iremos! Es por tu bien, te quedaras ciego de tanto leer.
Sentía que sus palabras tenían un toque de ironía, tal vez porque él nunca había entrado al mundo de la lectura, pero de todas formas le seguí la corriente, empezamos a dialogar sobre lo que habría en la fiesta y me empezó a convencer, llegué a la conclusión que sólo sería una experiencia juvenil por la que cualquiera pasa, ¿Qué me podría suceder?, lo tomé como algo banal y acepte ir para que Rogelio dejara de molestar.
Fue así como nos encaminamos hacia la casa de la fiesta en el auto de Rogelio, un Nissan verde de 4 cilindros, guardé el libro en mi mochila y me quité los anteojos, me despojé de mi boina y traté de peinar mi cabello con la mano hacia un lado, no me sentía tan guapo pero peinarme un poco no estaba por demás, dentro de todo el tiempo que un joven puede perder en tonterías estaba empezando a olvidar mi rostro, el cual estaba quedando como un signo de interrogación frente a un espejo que no me reconocía, bueno según yo. Pasamos por un gran puente que separaba una ciudad de otra mientras el sol moría lentamente sobre el río, una canción de rock and roll sonó en la radio, parecía que esa noche solo sería un recuerdo que reflejaría con un mueca de resignación, pensaba que llegaría a mi casa máximo doce de la noche, pero que tontos somos al suponer y tratar de adivinar con conjeturas y suposiciones el destino cuando se va a una fiesta, esos lugares y la muerte son el punto de partida hacia algo que nunca sabremos cómo terminará ni a donde iremos a parar.
La casa era un lugar muy amplio, demasiado amplio para mi gusto, lleno de luces neón, dos pisos, un jardín frontal enorme y otro jardín trasero que no se quedaba tan atrás, había 3 parillas cubriendo el césped del jardín de la entrada, adentro la música ya reventaba los tímpanos de los asistentes, nos detuvimos y Rogelio estacionó su auto, le dio un golpe al auto de atrás. Bajamos y nos dirigimos a la puerta, Rogelio saludaba a todo mundo, con abrazos o con movimientos de cabeza, con la mano o con una nalgada, yo simplemente me convertí en su sombra temporal, fue hasta que entramos a la casa cuando él empezó a presentarme a chicas muy bellas, tanto que dudaba que estuvieran ahí por su propia voluntad, eran maniquíes andantes, eran demonios bebés en cuerpos de diosas griegas, en fin, para los 10 minutos la casa ya estaba llena, el alcohol era la tarjeta de presentación de cada joven ahí presente, el cigarro empezó a posarse en los labios de la audiencia con una agilidad voraz, quien no fumaba, bebía y quien no bebía, fumaba o para la suerte de sus órganos vitales, fumaban y bebían.
11:37 P.M.
Yo sostenía un vaso con quien sabe que bebida en la mano, viendo a la gente, estático, les sonreía apretando los labios, le daba sorbos a mi vaso rojo en ocasiones, pero por lo regular me restringía al continuo consumo de la bebida, Rogelio bailaba muy pegado con dos o tres rubias, ahora la situación se había trastornado un poco, no me sentía cómodo, quien no bailaba se estaba besando con alguien, si no se besaban, bailaban, o para beneficio de la salud del corazón, bailaban mientras se besaban, se besaban de tantas formas y con tanta profesionalidad que parecía estar en alguna grabación de bajo presupuesto de una película pornográfica. Hormonas alteradas detrás de ojos rojos. Bostecé, gran error de la noche, Rogelio vio que lo hice, se dirigió a mí dejando a sus tres rubias bailando, se plantó frente a mí y me empezó a decir no tan ebrio pero sí notablemente alterado:
- Oye cabrón, chúpale, no has tomado nada.- dijo casi recriminándome.
- Si he tomado qué te pasa, lo que sucede es que no conozco a nadie y …
De repente y sin aviso sentí que alguien me tomaba por la espalda, la música combinada con risas y muchos gritos de alegría hicieron que me sobresaltara, entonces alguien tomo mis brazos con una monstruosa fuerza, otra persona con manos gruesas me tomó por el cuello y otro cómplice vacío el contenido de mi vaso en mi boca, tuve que tragarlo, una chica no tan joven llego con una hielera llena de cervezas y empezó a arrojarlas por todos lados, estábamos empapados de alcohol y supe que era ahí, donde la noche estaba empezando a nacer para nosotros, bueno según yo.
Empecé a bailar sin experiencia alguna, cosa que me dejo de importar, al fin de cuentas ahí todos estábamos ebrios, nadie notaría si bailas mal y si lo notaban, lo olvidarían para la siguiente noche, era lo alentador del maldito caso, estaba disfrutándolo, empecé a hablar con chicas que tenían un pobre léxico y decadente coeficiente intelectual, fue ahí donde los libros me dieron las herramientas para un lenguaje refinado, bueno, no tanto pero para ellas estaba bien, incluso el mentirles diciéndoles que era escritor las volvió locas, besé a una morena, luego ella me beso a mí, cenamos besos esa noche pero almorzamos resaca en la mañana.
Empezaron los tragos de tequila y fue donde todo empezó a dar vueltas, apagaron las luces, todo se tranquilizó, un tipo hablaba al micrófono, al parecer era el cumpleañero, el tipo usaba lentes de sol y camisa hawaiana se acercó a un tambo dentro de la casa, recuerdo lo encendió con una antorcha, algo simbólico para ellos pensé, una esfera de luces se encendió en el tejado con rayos de luz multicolores, las diferentes presentaciones de alcohol y la cerveza sin etiqueta de dudosa proveniencia y el humo adoctrinador de la juventud soltaba las bestias de cada uno de nosotros, esos gritos de desesperación guardados por tanto tiempo convertidos en estúpidas sonrisas, gente vomitaba afuera, una ventana rota por una pelea y yo, yo simplemente no sentía mi cuerpo, sentía que se movía, pero con que ordenes se movía mi rebelde cuerpo, no sentía ya las manos femeninas y desconocidas que rosaban mi cuerpo, no sentía sus besos llenos de babas, solo era un bulto que bailaba con música electrónica llena de bits descompuestos.
3:34 A.M.
Salí como cual mosquito sale fumigado de cualquier parte, la mariguana se había hecho presente en grandes cantidades y por todos lados, si la casa hubiera tenido vida tosería hasta que el efecto relajante la anestesiara, me tambalee y caí de lado acostándome sobre el césped, vi las estrellas, ellas también parecían estar drogadas por polvo de las constelaciones, ellas también deberían estar disfrutando de algún alguna fiesta, si no ¿Por qué seguían brillando sin parar?, Mis pensamientos empezaban a descarriarse así que decidí ir a mear atrás de un árbol en el jardín trasero, pase sobre una pareja que estaban en el proceso de apareamiento, vi como seguían fumando en el patio sin contar que la casa aún estaba repleta de humo, incluso había dos ardillas tiradas y otra más tambaleando por el patio, quien sabe cómo llegarían ahí, el lugar estaba lleno de gente ahogándose sobre su propio vómito, otra pelea más, ahora de chicas, terminé de mear, subí mi bragueta y me percaté que no traía mi mochila, me preocupe, regresé a dentro de la casa para buscarla, la encontré, un hombre con rasgos asiáticos la sostenía, estaba llena de condones que brillan en la oscuridad, los empezó a regar por todos lados y las chicas se lanzaban por ellos, le pedí al hombre mi mochila, el me dio un condón amarillo fosforescente y salió corriendo, lo perseguí por las escaleras hasta que se escondió en el baño, lo bueno fue que dejó la mochila tirada en el pasillo, pero estaba vacía, el libro no estaba, me preocupé aún más, vi entre las cabezas oscilantes y el humo alucinador a Rogelio, me acerque y vi que él tenía el libro, estaba leyéndole partes de un párrafo romántico a una chica, ésta veía perdida y profundamente sus labios, él me vio y cerró el libro entregándomelo, acto seguido besó a la chica, yo suspiré con alivio, luego tosí, deseaba que esa fiesta nunca se acabara.
5:56 A.M.
El sol quería asomar, pero la oscuridad no lo dejaba, lo último que recuerdo es que despertamos aturdidos en un tugurio, un prostíbulo en el que nunca en mi vida imagine estar, hermosas ninfas de la noche cubrían nuestro cuerpos desnudos del frio y de la tempestad de un nuevo ebrio amanecer, maquilladas con delineador negro bajo los ojos y polvo rosa en las mejillas, sentíamos el respirar de sus pulmones sobre nuestros pecho, el lugar estaba destrozado, un tubo de estriptis estaba doblado, todo apestaba ¡y dios! parecía que había llovido chicas desnudas del cielo, el suelo estaba totalmente tapizado de pieles blandas, solo éramos 4 tipos, faltaba Armando.
Es ahí donde te preguntas que estás haciendo con tu vida y te respondes a ti mismo con una sonrisa: estoy haciendo algo que de viejo no podré, algo que ni el alcohol ni el vino podrán borrar, ni las estrellas que se drogan ni las putas nocturnas, solo es un momento de pecado que nos lleva a un paraíso perdido, para los puritanos lo resumiremos como una etapa en el proceso de desarrollo juvenil, bueno según yo.