Siéndole infiel a Lola por Iván Alejandro Díaz Acevedo

Desde que tengo uso de razón he sido una persona nerviosa, mis manos tiemblan fácilmente cuando la emoción me vence, cuando el sentimiento se desborda dentro mío. Así que no te sorprendas por el terremoto que provocas, que me quiebra y me vuelve vulnerable.

Algunas personas están tanto tiempo solas que suele pasar que Lola Soledad pareciera ser una verdadera compañía, a veces al iniciar una relación se siente más fácil fallar que tener éxito y es que en el fracaso se haya la monotonía y la seguridad tan preciada. Lola me sujeta entre sus brazos y me dice cariñosa “no te vayas” y yo que he aprendido a amarla le respondo abrumado que “nada dura para siempre”.

Y es que cuando tú me besas me doy cuenta de que ya no quiero seguir fallando, de que guardar fidelidad a mi Lola querida, no tiene el sentido que yo pensaba, cuando tú me besas encuentro el puerto de regreso a tierra firme y es que tus besos no saben a labios, ni a saliva, no, nada de eso… No besamos a la gente por lo que realmente saben los besos, vivimos de la idea que encontramos en ellos, los besos nos saben a alegrías, a deseos, a suspiros. Los tuyos peculiarmente me saben a hogar y es que estuve tanto tiempo fuera de casa que ya no quiero irme nunca más.

 

Fotógrafa: María Paola Garrido Barrera

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