Todos se miran, después de un rato, amontonados buscan un lugar. Todo sucede en silencio, pues los pensamientos no se escuchan.
Están en el aire, en el espacio, fusionándose, revotando, golpeándose unos a otros para después, llegar al mismo lugar.
Poco a poco se evaporan y surgen nuevos. Un poco más tontos y más torpes, se quedan por más tiempo y todo fluye.
Las ventanas están cerradas, con vidrios quebrados, salen por los cachos que están vacíos y no regresan.
La mirada atrae algo nuevo, emocionante y de repente es ahí como todo comienza.
Los pensamientos se renuevan y salen como ideas brillantes que por fin llegan a su destino.