La ópera y su eterna juventud por Rebeca Lsp

BernardoCid/ArchivofotoFIC2019

Los espectáculos de ópera llegaron para quedarse. Esta manifestación artística nunca pasará de moda, tanto por su ejercicio multidisciplinario como por su habilidad para mantenerse actual. El recinto favorito para esta clase de funciones no podría ser otro más que el Teatro Juárez, seno de la mayoría de presentaciones operísticas en el marco del Festival Cervantino, y esta vez sí que se ve casi lleno.  

Un evento de ópera consigue que el público retome las formalidades de vestimenta, ya casi obsoletas hoy día, que en cierto sentido otorgan un aura especial a la antesala de sus inicios. Pero ¿qué es esa distinción, pedantería intelectual junto con presunción galante protocolaria, o la pasión de un público habitual y simpatizante que comienza desde que se para frente al guardarropas la noche del espectáculo? Dejándolo de lado, lo que pesa es el carácter especial de este género que aún conserva ese tipo de distinciones por parte del público.  

En esta ocasión se presenta Salsipuedes del reconocido compositor mexicano Daniel Catán, uno de los más galardonados de su generación, en compañía de la Orquesta Sinfónica del Estado de México y el Coro Polifónico del Estado de México. Es una ópera que tiene apenas quince años de vida, pero que ya ha conseguido posicionarse como una de las favoritas de la época. La historia: una ficticia isla llamada Salsipuedes es escenario para una tragicomedia que cuenta dos historias de amor desarrolladas en medio de los tiempos de la Segunda Guerra Mundial, donde el máximo dirigente de la isla le declara la guerra a Alemania mientras, al mismo tiempo, pretende hacer negocios ilícitos con dicho país “por debajo del agua”.  

Hay varias cosas que la distinguen de la ópera tradicional, pequeños detalles que le dan un aire de frescura a la legendaria manifestación artística. La escenografía, lejos de ambientar algún escenario de época, propone un espacio abierto y más tarde se transforma en la cubierta de un barco o en un cabaret dentro del mismo navío, y, hay que decirlo, es notoria la inversión requerida para dicho montaje. Otro elemento es la variante del español utilizado, pues su tropicalización consigue incluir algunas palabras altisonantes, no muchas, en los maravillosos timbres de los cantantes o expresiones propias del habla informal. Aun así, no se sale del canon clásico, como algunas óperas posmodernas que se distancian para inscribirse dentro de la experimentación. La iluminación sobre el escenario también realza el vistoso vestuario y el elaborado maquillaje de los artistas. 

La poco convencional historia permite tocar temas comunes como la corrupción o los malentendidos habituales de la vida cotidiana; en realidad son pocas las veces que alcanza temas existencialistas o profundos, es más bien cómica y el público la disfruta a lo grande, quien se percibe como un grupo bien formado por el gusto a estos eventos, pues sus aplausos para reconocer los alcances vocales de los cantantes lo dejan bien manifestando, además, la quietud de su contemplación y su pertinencia de reacción se diferencia de esos espectadores tan comunes hoy que se la pasan cotilleando a momentos o manipulando su celular sin importar las molestias causadas. 

Rumbo al final espectáculo, se cuenta con la participación de un cantautor puertorriqueño, quien deleitó a la audiencia con dos melodías, intervención que saca un tanto del trance debido a la variación genérica en la música, pero que implica un realce en la versatilidad de la obra y su habilidad para ensamblar distintos discursos sonoros de forma verosímil para la narrativa, en cuyo final los protagonistas mueren en el barco pero con su amor triunfante.   

Todo termina, irónicamente, como lo quería el presidente de Salsipuedes haciéndole honor al nombre de la isla: por debajo del agua. Mientras, las reflexiones respecto a los alcances de la avaricia, la corrupción y, en un sentido más tierno, el amor, salen a flote y nos acompañan durante el camino a casa.

Orquesta Sinfónica del EdoMex y Coro Polifónico del EdoMex
Ópera Salsipuedes de Daniel Catán
23 de octubre de 2019
Teatro Juárez

Fotografía: cortesía FIC

Historia Anterior

Voz de la angustia, humana voz por Joan Carel

Siguiente Historia

Anime y tradición: Keisho Ohno y Kenji Furutate por Ricardo Trinidad