Ilusión es felicidad por Joan Carel

LeopoldoSmith/ArchivofotoFIC2019

Vivimos de ilusiones, no hay más, y no debe echársele la culpa a la época, al ambiente ni a la tan gastada y decadente sociedad. Vivir de la ilusión es un rasgo humano ancestral; vivir en sí, sobrevivir, es fantástico ya.

Cuenta la historia que durante el periodo de las guerras mundiales, un diplomático francés en China vio cumplida su ilusión: una muchacha, una mujer, que hiciera lo que él le pidiera, que cumpliera todos sus deseos por amor. La encontró, pero olvidó que las ilusiones, a fin de cuentas, ilusiones son. Luego de dos décadas de romance, descubrió que su amada cantante de ópera, sí era artista mas mujer no. Decepción, repulsión, asco… ¿es posible que un ferviente amor de veinte años, a pesar del engaño, termine así? Las compañías Music Picnic y Macau Experimental Theatre, con Mr. Shi and his lover, reflexionan juntas sobre esa anécdota verídica a partir del viaje a la intimidad y la conciencia de ambos personajes.

Mr. Shi está al pie de la oscura escena, viste igualmente un oscuro traje y su cuerpo es varonil, aunque un halo de delicadeza enmarca su rostro y sus manos. “Nuestra historia en el mar de mi mente”, susurra en canto y evoca con cuestionamientos dolosos los recuerdos de su actuación magistral: “¿nadie llega a ser feliz cuando se enamora?, ¿qué es la felicidad?”. Su amante francés (aunque sus rasgos también son asiáticos), aparece al fondo con actitud aseverativa: “las mentiras en una relación duradera son inevitables; cuando llega la vejez, no se evidencian los cambios aunque se conoce el antes”.

A lo largo de siete actos, los amantes, a veces en dialogo y otras en solitario, cantan sus reclamos y confesiones recreando su amorío en el tiempo previo a su aprehensión como espías nacionales. Un fluir lírico de ideas corre entre sus versos resignificando el ser, casi como un ensayo metafísico sobre los deseos, ilusiones e identidades de un individuo ante el otro, frente al cual, en interacción, gana existencia, fundamento y sentido. Conforme transcurren las escenas, puede identificarse el hilo conductor de esa disertación en voz de Mr. Shi:

El actor cree antes de que el público lo haga; el actor inspira a creer. ¿Quién eres? Quién soy? No importa, sino escapar de las inútiles vidas.

***

Él vive en un sueño. Yo soy artista, creador de sueños, y le di un sueño: una mujer que lo escuche embelesada. Logré que vea lo quiere ver, que moldee su ideal, que su deseo se vuelve realidad. Él me ama…

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¿Cuál es, dónde está el ser original?

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 Yo soy un proveedor de maravillas, un amante del sueño. Los actores se enamoran de sí mismos, luego se dan cuenta de que están vacíos, que no son nada. Siempre una cita con la desilusión.

***

Su vida es un escenario exclusivo. No importa el género para una magnífica fantasía: una muchacha, una mujer…

Cerca de la mitad de la función, se plantean atinadamente dos características distintivas entre occidente y oriente: lo ideal versus la fantasía, lo idóneo versus la adecuación. Para las culturas asiáticas, los seres transgénero son parte fundamental de una tradición de pensamiento, y no entendido como un aspecto de la superficie (el maquillaje, la ropa, la actuación), sino como un rasgo esencial sobre los seres. Ejemplos antiguos hay muchos; en la obra se hace referencia a Madame Butterfly, pero también convergen bastantes leyendas ancestrales, en cuyos personajes las adaptaciones o transmutaciones pueden ocurrir por naturaleza, por artificio, por deseo o por necesidad.

Tanto en el tono varonil como en el timbre operístico femenino, y a pesar de su funesto desenlace registrado en la historia, los amantes cantan y se redescubren, a sí mismos y al otro, como seres más allá de una tilde sexual. “¿Dónde está el ser original?”, se pregunta Mr. Shi mientras muda con dignidad sus ropas a un vestido ceremonial. Luego se difumina la escasa luz sobre la penumbra y una cosa queda clara: ilusión es felicidad.

Music Picnic y Macau Experimental Theatre
Mr. Shi and his lover
25 y 26 de octubre de 2019
Teatro Principal

Fotografía: cortesía FIC

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